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Venezuela y Bolivia, países peor valorados para invertir

November 6th, 2011 Posted in economia No Comments »

Los inversores españoles han reducido “significativamente” su confianza en la buena marcha de la economía de Venezuela, donde la inestabilidad política del Gobierno de Hugo Chávez y su “ineficiente gestión” provocan un deterioro de las expectativas económicas

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Se espera US$ 80 millones por ventas de azúcar

September 30th, 2011 Posted in economia No Comments »

Los principales mercados para el azúcar de Nicaragua son Canadá, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Haití, República Dominicana, Jamaica y Perú

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BID apoya revitalización de Plan Puebla Panamá

September 30th, 2011 Posted in economia No Comments »

Al BID le solicitaron más donaciones y que aumente la eficacia de la comisión de financiación del Plan

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México: Felipe Calderón está decidido a privatizar el petróleo

December 7th, 2007 Posted in CFE, economia, Felipe Calderon, privatizaciones, unam No Comments »

Patricio Cortés*
Red Voltaire
28 de noviembre de 2007

ºEl PAN, partido gobernante, no ha podido privatizar aún, por la creciente oposición

El PAN ha instaurado un sistema económico injusto y absurdo que deja en el olvido la seguridad y la felicidad de los ciudadanos. Un nuevo capítulo para la construcción del bien común se abre con la pugna por la privatización de las fuentes energéticas, un resultado al que aspiran los globalistas que dirigen a la Comisión Federal de electricidad y a la empresa Petróleos Mexicanos. Esta entrevista a Irma Manrique por Patricio Cortés es reveladora.

El presidente de México, Felipe Calderón (derecha), junto al presidente estadounidense, George W. Bush (izquierda)

El FMI y el BM (Banco Mundial) ejercen mucha presión a México. EEUU al consumir la cuarta parte de la energía mundial es vulnerable a la crisis que se avecina.

Existen dos organismos internacionales cuyas recetas han dirigido el rumbo económico de México, sobre todo en los últimos 25 años: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Aunque oficialmente trabajan para el desarrollo y bienestar de las naciones de facto queda claro a quien sirven: los grandes capitales de Estados Unidos y sus socios mayores.

Si revisamos sus documentos nos encontramos que año con año las recomendaciones son básicamente las mismas: privatizar todo lo que pueda significar mayor ganancia para los grandes capitales, sobre todo el sector energético (aunque usan el término apertura), aumentar los impuestos al consumo (IVA en alimentos y medicinas) para disminuir la debilidad hacendaría crónica de nuestro país y la flexibilidad laboral.

Tan los últimos presidentes y el actual van en esa línea que Horst Köhler (entonces presidente del FMI) dijo en septiembre del 2000: “No es necesario aconsejar a las autoridades y a los gobiernos de esos dos países acerca de la necesidad de promover la economía de mercado y la democracia. Ellos lo saben. Con respecto a México, el gobierno del presidente Zedillo y ahora del presidente electo (Vicente) Fox, no es necesario pedirles que abran los mercados, porque ambos están convencidos de ello”. Esas declaraciones reflejan la complacencia del Ejecutivo; pero constantemente hacen el llamado a los legisladores para que aprueben las reformas estructurales, y el hecho de que nuestro secretario de Hacienda venga del FMI lo corrobora.

El BM y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se suman con recomendaciones muy similares. Por ejemplo, en educación estos dos organismos proponen que la básica siga en la gratuidad y que después sólo haya educación para el trabajo (carreras técnicas), proponen entregar la educación superior a la iniciativa privada o que por lo menos deje de ser gratuita.

La doctora Irma Manrique Campos especialista en estudios hacendarios y del sector público de Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México advierte: “Es un ataque neoliberal muy peligroso; lo quieren todo. Les molesta que creemos conciencia, eso no lo hacen más que las universidades, por eso quieren que no existan; particularmente los centros de investigación social, pensar es peligroso. Si uno visita universidades extranjeras ve que casi no existen facultades de estudios políticos, la economía está reducida a programas sostenidos con la ideología neoclásica”.

La investigadora nos refiere que en el siglo XIX el dominio hegemónico de la economía mundial lo tenía Inglaterra. Sin embargo, tras las guerras mundiales, Estados Unidos fue adquiriendo fuerza, se convirtió en el principal proveedor y acreedor del mundo por lo que empezó a imponer las reglas del juego.

Tras la I Guerra Mundial Estados europeos empieza a tomar medidas proteccionistas (antes la economía era de libertad absoluta) imponen aranceles y hacen devaluaciones para ser competitivos. “Esto lleva a la intervención del Estado que es lo que logra levantar a la economía; porque no es a través de la conciencia de la inversión privada que se va a levantar la economía sino de la inversión pública, es la primera forma contemporánea de actuar de la economía en términos mundiales. La filosofía ya no es que el Estado deja pasar, deja ser”, expone.

Tras la II Guerra Mundial se dan los Acuerdos de Bretton Woods que son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, (su nombre lo deben al complejo hotelero donde se dieron las reuniones). La postura estadunidense se impone “Precisamos de grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender”. De ahí surge el Fondo Monetario Internacional para estabilizar las balanzas de pagos y el Banco Mundial para fomentar el crecimiento y desarrollo. Queda impuesto el patrón oro, pues a Estados Unidos le convenía por ser quien poseía mayor cantidad del preciado metal. Ya en los años 70, de acuerdo con la doctora Irma Manrique, cuando Estados Unidos gasta gran parte de sus reservas en proyectos militares, se desligan del oro y entra en juego el patrón papel.

“Creó inflación a través de sus billetes. Y todos los países que tenemos en reserva billetes verdes absorbemos toda la circunstancia norteamericana. Esa ha sido una realidad, no hay convertibilidad de la moneda en oro porque lo decidió Estados Unidos. Aparte, lo que hizo fue colocar inversión extranjera primero en Europa y luego en los países latinoamericanos”, añade.

“Quedamos todos los países insertos en los planes de esos dos grandes organismos financieros, al mismo tiempo presas de sus decisiones. No se puede actuar por fuera porque estamos acordando, negociando que somos países miembros. Si México tenía un problema de balanza de pagos y en lugar de devaluar la moneda le pide prestado al Fondo Monetario Internacional. Este le presta pero determinan que los desequilibrios los produce la inflación que por exceso del incremento de precios al interior de los países está produciendo una incompetitividad de los países, lo comprometen a seguir sus reglas”, comenta.

Con la molestia reflejada en su rostro, advierte: “Todas estas sugerencias que tienen el FMI y el BM se han vuelto obligatorias, porque en la medida que nuestros países no han podido mantener una balanza de pagos equilibrada hemos estado permanentemente en manos del financiamiento de los Estados Unidos. No fue que tenga fondos para siempre el FMI, sino que se volvió aval de los bancos privados internacionales y entonces ejerce el mismo tipo de control que cuando lo hacia directamente: ’Yo te voy a decir quienes están bien para prestarles’. Se le presta a aquel que cumple a pie puntillas la carta de intención que es mantener finanzas públicas equilibradas, que no exista control de cambios, que mantenga un tope salarial porque la demanda hace la inflación. Con una ideología de esta naturaleza, naturalmente la inflación no depende del dinero en circulación, no es ahí donde se gesta”.

A esto se suma el Consenso de Washington: “Obliga a reestructurar las economías y la única forma de restructurar -nos dice- es privatizando, que el Estado ya no tenga un sector público de la magnitud que tenia en otros años. Entonces se determinó que por esta competencia desleal del Estado con las empresas privadas, no podía seguir adelante el capitalismo que se veía golpeado por el Estado. Impusieron en primer lugar la desregulación, quitar las reglas, las leyes cambiarlas para que ya no protejan, que se liberalicen los países en términos comerciales, económicos y financieros. Esto es lo que le conviene realmente al gran capital. Al capital ya no le interesa explotar el sector primario o secundario, le interesa el sector terciario, es decir: donde está el movimiento financiero de bancos y de flujo de capital”.

Un rubro donde ejercen mucha presión los organismos internacionales es en el energético pues Estados Unidos al consumir la cuarta parte de la energía mundial es vulnerable a la crisis que se avecina. La entrevistada advierte: “Para privatizar el petróleo necesitan reformar la Constitución, pero no han podido hacerlo porque se han encontrado con que ahora hay oposición, por suerte; mal que bien no tenemos de todas y todo ganado, pero tenemos partidos opositores”.

Rechaza tajantemente que la privatización, recomendada, del sector energético pueda ser benéfica para los mexicanos y explica: “En el momento en que hay privatización hay cambios de patrimonio nacional hacia el sector privado y esa es la pugna, que se privaticen todas aquellas zonas económicas que le interesan al sector privado, particularmente al sector privado norteamericano, lo que es estratégico, el petróleo, el agua. Sobre esa zona va a crear guerras para poder demostrar que no están siguiendo los lineamientos, están contra la paz el armamento nuclear, van penetrando van apoderándose de los países”.

Sobre la posibilidad de no obedecer opina: “Es una decisión política, básicamente, y bueno es una decisión de un Estado conformado por gobernantes de carne y hueso que hoy no representan a todos los ciudadanos; representan intereses económicos básicamente y a esos intereses económicos es a los que hay que soliviantar y son soliviantados, ya lo hemos visto”

¿El actual régimen está más pegado?

Por supuesto, a pie puntilla están decididos a privatizar el petróleo, la electricidad y todo lo que más se pueda. Sobre la electricidad ya avanzaron lo que hacen es ir sobre las partes redituables como las comerciales, las estructurales que son las más latosas, ésas que el Estado se encargue de ellas”.

¿Entonces si hay salida?

Se puede llegar a un punto de tener un proyecto nacional, es lo que necesitamos. Sí se puede hacer cosas con todo el peso y presión de Estados Unidos, bueno tenemos también poder de decisión, pero necesitamos un tipo de gobierno congruente a nuestras necesidades no a las del gran capital”, complementa.

Nos dicen que ya no debemos dinero al FMI ¿Eso nos da mayor libertad Suponiendo que sea cierto?

En un momento dado no se le debe a aquel organismo que nos presta para equilibrar la balanza ¿Tenemos balanza equilibrada? Hemos logrado algún avance en la balanza de pagos a través de las entradas de las remesas, eso se puede acabar. El petróleo también se lo están acabando y se lo están llevando. Va a llegar un momento en que digamos: sí, por favor, FMI de nuevo préstanos y volvemos a quedar engarzados ahí”.

Reconoce: que “Es un juego de política económica internacional que ya no es necesariamente que porque se firmó una carta de intención. Estamos ligados por muchos intereses, no podemos darnos el lujo de, por ejemplo, crear un impuesto que obligue a los capitales externos a pagar impuestos aquí o que estén un tiempo y no se vayan, porque entonces se van. Nosotros tenemos el compromiso de que entren y que se queden los más que se pueda, porque saben que en la medida que entran aunque siguen trabajando para ellos mismos, el dinero que entra equilibra la balanza, aunque no sirva para el desarrollo interno”.

La flexibilidad laboral para la competitividad, no es otra cosa que desaparecer las conquistas laborales, despojando a los trabajadores de todos sus derechos. El Banco Mundial incluso nos entregó el sexenio pasado un documento con sus propuestas laborales que se reducían en una, eliminar la Ley Federal del Trabajo. Fox, por supuesto, dijo concordar con ello.

Irma Manrique explica: “Después de la II Guerra Mundial los acuerdos entre el gobierno y el sector privado eran: Nosotros (empresarios) vamos a determinar el salario mínimo, para que tengas quieto a todo el obreraje, vas a tener quieta toda la masa, la vas a tener quieta. Sí determinamos un salario mínimo tú lo obedeces, le haces llegar esto al sindicato y si no quiere ablándalo tantito. Poco a poco esto de los sindicatos fue cediendo con razones neoliberales, de que no hay para que tener un contrato colectivo y por lo tanto no se requiere un sindicato, vamos haciendo la contratación más libre, flexible y esto nos va a permitir darle a cada quien según su trabajo. De ahí empieza a haber la desregulación. Desocupar cuando le conviene al patrón sin derechos y también de dar, según esto, si lo merecen un sueldo mayor o menor, indiscriminadamente”.

El BM y el FMI nos dicen que con flexibilidad laboral habrá más empleos y crecimiento, pues al gastar menos en la nómina vendrán los capitales; sin embargo, hoy en día podemos ver que muchísimos autoservicios, gasolineras, hoteles, fabricas, están ofreciendo empleos, pero no se cubren sus plazas porque los sueldos ofrecidos no resuelven la situación económica de nadie. ¿Quién puede sobrevivir con mil seiscientos pesos (110 euros)? La economista nos dice la consecuencia: “El crecimiento de la informalidad que es una deformación por este tipo de fenómenos que se dan en el capitalismo subdesarrollado, porque no hay peor cosa que el subdesarrollo”.

Concluye: “Ha sido a través de estos dos organismos que han ido abrochando y apretando los tornillos para que los países obedezcan”.

Revista Fórum, núm. 172; noviembre de 2007
www.in4mex.com.mx
www.securities.com
www.forumenlinea.com

* Patricio Cortés es colaborador de la revista Fórum, de la ciudad de México.

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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El impuesto es la base de la fortuna

December 5th, 2007 Posted in economia, impuestos, pobreza No Comments »

Roberto Bissio*
Red del Tercer Mundo
19 de noviembre de 2007

Los recaudadores de impuestos no tienen buena fama. La Biblia los considera iguales o peores que las prostitutas, aunque Jesús afirma que unas y otros entrarán al cielo antes que muchos hipócritas (ver Mateo 21:31).

La clave para la prosperidad, a juicio de la ortodoxia económica y la prédica de las instituciones financieras internacionales, estaría en reducir a un mínimo el “peso del Estado”, o sea bajar la recaudación impositiva, que viene a ser lo mismo. En los últimos años la promesa de bajar impuestos ha estado en boca de muchos políticos y estadistas y la puesta a dieta de los gobiernos ha sido recomendada con una insistencia digna del Dr. Cormillot, prometiendo los mismos resultados de agilidad y buena salud.

Grande ha sido la sorpresa, entonces, cuando hace pocos días en París la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) divulgó estadísticas actualizadas mostrando que en el promedio de los países más ricos del mundo los impuestos han subido de menos de treinta centavos por cada dólar en 1975 a más de treinta y seis centavos en la actualidad. Después de una ligera baja entre 2001 y 2004, el peso de los impuestos en los treinta países estudiados volvió a ser en 2005 igual al que había sido en 2000, antes de la subida de la marea “neoconservadora” encabezada por el presidente George W. Bush, quien hizo de la baja de impuestos su principal caballo de batalla político, junto a la guerra contra el terrorismo.

La noticia de que en realidad el porcentaje del Estado en la economía está subiendo y no bajando provocó muchos comentarios de prensa, ya que se contradice con los discursos oficiales y las promesas de tantos gobernantes de bajar impuestos. Cristopher Heady, jefe de política fiscal de la OCDE, intentó explicar cómo es posible que el total de la recaudación fiscal suba, aun cuando muchos países efectivamente han bajado sus tasas impositivas. La paradoja se debe, dijo, a que los países desarrollados tienen impuestos “progresivos” según los cuales pagan más quienes más tienen. Así, debido a que el crecimiento económico reciente ha concentrado ingresos en el tope de la pirámide, o sea que ganaron más quienes más contribuyen, la recaudación aumentó aunque el porcentaje de lo que los ciudadanos pagan haya bajado ligeramente. En otras palabras, si los beneficios del crecimiento económico se hubieran distribuido más equitativamente y los salarios hubieran subido en la misma proporción que las ganancias de las empresas, la recaudación fiscal no hubiera crecido en porcentaje, ya que los trabajadores pagan menos que las corporaciones. O sea que, mientras en teoría la baja de los impuestos iba a producir mayor crecimiento, en la práctica resultó ser que el crecimiento económico, al estar injustamente repartido, produjo mayor recaudación de impuestos.

Cuando los números se analizan país por país, las estadísticas revelan otras sorpresas más. Si fuera cierto que la prosperidad viene de la mano de un Estado con menos “peso” (o sea menor porcentaje de impuestos en el total del PIB), el país con mayor dinamismo debería ser Grecia, que tiene la menor carga impositiva entre los miembros europeos de la OCDE, con apenas veintisiete por ciento. Sin embargo, Grecia está entre los peores del grupo en términos de pobreza y estancamiento crónicos, mientras que uno de los países con mejores indicadores económicos y sociales del mundo es Suecia, donde el Estado recauda cincuenta centavos sobre cada dólar (o más bien corona) de actividad económica, el mayor valor entre los países estudiados. En los países en desarrollo, mientras tanto, los impuestos rara vez llegan a veinte centavos.

En Italia los impuestos eran un cuarto del PIB en 1975 y crecieron a cuarenta y tres por ciento el año pasado. En España, el país de mayor crecimiento de la carga impositiva, ésta se duplicó en ese periodo para llegar a treinta y siete por ciento. Francia, que tenía hace treinta años el peso fiscal que España tiene hoy, siguió subiendo hasta llegar a cuarenta y cinco por ciento. Mientras que en Alemania, Austria y Canadá el peso del Estado se ha alterado poco y Holanda es el único país de los estudiados en el que se ha reducido, Grecia, Corea del Sur, Portugal y Turquía han tenido gran crecimiento en su carga fiscal. O sea que los países que hace treinta años eran pobres y hoy se han “desarrollado” han duplicado su carga fiscal en ese período, mientras que los que ya eran ricos hace treinta años han tenido poca variación, pero también hacia arriba. ¡Todo lo contrario de la doctrina de bajar impuestos para crecer!

El caso de Suecia, con altos impuestos y buen crecimiento económico, demuestra, a juicio de Heady, que “mucho depende de cómo se gasta el dinero”. Los gobiernos, agregó, “pueden gastar dinero en muchas cosas distintas. Pueden hacerlo de maneras que estimulen el crecimiento económico y mejoren la infraestructura, pero también hay muchas maneras obvias de gastarlo que no promueven crecimiento”.

Estados Unidos, con veintiocho por ciento de carga impositiva sobre el PIB, está entre los menos onerosos para los contribuyentes, pero también es el país de la OCDE con mayor mortalidad materna e infantil. Un Estado tan “barato” no puede brindar servicios y más de cincuenta millones de estadounidenses (uno de cada siete habitantes) carece totalmente de seguro de salud.

Otra tendencia observada en el estudio es la de un ligero crecimiento en los últimos años de los impuestos al consumo, como el impuesto al valor agregado (IVA), frente a los impuestos a la renta o a las propiedades. Sin embargo este desplazamiento, medido a lo largo de cuarenta años, es mínimo si se considera el total de los impuestos que afectan directamente al consumo. Si bien el IVA ha aumentado notoriamente en todas partes, este incremento ha sido para compensar la menor recaudación de otros impuestos al consumo, como las tarifas aduaneras sobre productos importados, que han debido bajar como consecuencia de la liberalización del comercio internacional.

Los expertos fiscales de la OCDE sostienen que habría que gravar aún más el consumo y menos a las propiedades o a las ganancias de las empresas, para así estimular la inversión y el crecimiento.

Sin embargo, esta proposición teórica –que los empresarios apoyan con entusiasmo, obviamente– tampoco es corroborada por las estadísticas de la OCDE. Estados Unidos ha tenido buen ritmo de crecimiento económico en los últimos veinticinco años y, sin embargo, tiene muy pocos impuestos al consumo –no hay IVA, por ejemplo– y los ingresos de los distintos niveles de gobierno (federal, estatal, municipal) dependen de impuestos a las propiedades y a los ingresos en mayor medida que los países europeos.

El peso de los Estados
Ingresos fiscales en % del PIB (2006)

Suecia 50,1
Bélgica 44,8
Francia 44,5
Noruega 43,6
Italia 42,7
Austria 41,9
Reino Unido 37,4
España 36,7
Alemania 35,7
Portugal 35,4
Irlanda 31,7
Suiza 30,1
Estados Unidos 28,2
Grecia 27,4
México 20

Fuente: OCDE

* Roberto Bissio es director ejecutivo del Instituto del Tercer Mundo. Este artículo fue publicado el 15 de noviembre de 2007 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria, de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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Reforma constitucional en Venezuela: “No pudimos… por ahora”

December 4th, 2007 Posted in corrupcion, economia, izquierda, Socialismo No Comments »

Marcelo Colussi
Rebelión
4 de diciembre de 2007

Ganó el NO. ¿Ganó la democracia? ¿Ganó el pueblo venezolano en su conjunto?

Esto último suele decirse en toda contienda electoral, pero sin dudas, más allá de la declaración políticamente correcta esperable en estas lides, tras los comicios siempre hay ganadores y perdedores.

¿Quién ganó el domingo 2 de diciembre? El campo popular definitivamente no. La derecha festeja el triunfo –pírrico, por cierto (1.5% de diferencia)– como “el comienzo del fin de la era Chávez”. Ya están contando los días para su alejamiento del poder en el 2013. Con esto, al menos así pretende presentarlo, quedaría demostrado que “el tirano no es imbatible”, y por tanto ahora redoblarán sus esfuerzos para sacarse de encima este “indeseable”. Si se le pudo derrotar en este referéndum, ¿por qué no se le podría derrotar también en nuevos enfrentamientos electorales?

Es muy prematuro hoy, unas horas después de conocidos los resultados, abrir análisis exhaustivos y proponer escenarios futuros. Pero sin dudas hay que hacerlo, y con mucha celeridad. Es más: no sólo con celeridad sino –fundamentalmente– con honestidad (esto es, quizá, una de las cosas que más faltan en las lecturas de la realidad).

La derecha ganó porque desde el mismo momento en que se vio que el presidente Chávez se salía de las normas de lo que debe hacer un mandatario “bien portado”, comenzó su trabajo de ataque al proceso bolivariano. Si son nueve años intentando construir una nueva sociedad por parte del gobierno, son nueve años de continuo ataque, sabotaje, colocación de obstáculos y guerra mediática por parte de la oposición. Y si no se llegó aún a la vía armada para su desbarrancamiento es porque las condiciones generales no lo permiten. Pero ello no está descartado (las hipótesis de magnicidio o de intervención militar estadounidense son posibilidades nunca descartadas).

¿Por qué no ganó la opción del SÍ? No se trata de buscar culpables, chivos expiatorios, de hacer autoflagelaciones. Lo importante es buscar leer adecuadamente la nueva realidad que se abre.

¿Perdió Chávez? ¿Perdió el campo popular? ¿Es sólo una batalla en la larga guerra? ¿Será, como dijo el presidente en su discurso a la madrugada inmediatamente después de conocerse los resultados, que no se pudo… por ahora?

Como todo fenómeno político –humano, en definitiva– no hay causas simples; hay, en todo caso, un entramado de circunstancias que explican el resultado final.

El bloque del NO sacó más o menos la misma cantidad de votos que obtuvo en las pasadas elecciones presidenciales en diciembre del 2006; es decir: no creció. Es especialmente destacable el grado de abstención: 44.11 %. Esa fue una de las grandes bases de la derrota del SÍ. Por otro lado, de la masa de votos obtenida por el presidente Chávez el año pasado (7 millones 300.000), ahora el bloque del SÍ llega sólo a 4 cuatro millones 300.000 votos. ¿Qué pasó con esos tres millones? ¿Por qué no votó esa población? Es ahí donde debe empezar el análisis y la propuesta de corrección.

¿El chavismo está a la baja? Nada lo indicaría, y los resultados del referéndum de ayer no hablan de una merma en la popularidad del presidente. ¿La población no está interesada en los cambios que traía la reforma constitucional? Nada indica eso tampoco. Pero algo pasó que no salió a votar.

Podríamos decir que los elementos cuartorepublicanos que sigue habiendo en el aparato de Estado desmotivan a la población. Eso es real, y sobre eso hay que empezar a buscar correctivos. La propuesta de reforma, justamente, buscaba comenzar a generar otra cosa. De ahí el poder conferido a las instancias de base como garantía de fiscalía social, de poder de base. ¿Podrán los consejos comunales ir barriendo tanta burocracia enquistada en los puestos de gobierno? Esa es la apuesta, pero algún motivo eso no pasó.

¿No era este el momento de presentar la reforma? ¿Se apuraron los tiempos y la población aún no estaba madura para un planteamiento de profundización del socialismo? Por los resultados obtenidos, eso pareciera. La cultura ancestral de dominación, la conciencia de la clase dominante que se impone a toda la sociedad son realidades incontrastables. Mucha gente chavista, que sin dudas votó por su presidente el año pasado, para este referéndum fue víctima de esa propaganda ancestral y temió ante esa tradición repetida a fuego miles de veces: “si gana el comunismo te expropian tu casa y te quitan tus hijos para llevarlos a un campo de reeducación en Cuba”. La Guerra Fría, por lo visto, no ha terminado, y el fantasma anticomunista persiste. Muchos chavistas convencidos seguramente fueron víctimas de estas manipulaciones, y asustados, ni siquiera fueron a votar. Es decir: en la guerra mediática, en la guerra cultural, la derecha sigue ganando. Las declaraciones de Baduel o de la ex esposa del presidente adversando la reforma, mediáticamente muy bien administradas, fueron más efectivas que movilizaciones de calle. Y ello, sumado al también mediáticamente manejado show político de los estudiantes “revolucionarios” terminaron de completar el cuadro.

¿Es que el PSUV o el aparato de gobierno no supieron hacer bien su trabajo de divulgación de la propuesta de la reforma, o es que la derecha –nacional e internacional– lo hizo mejor?

Dos son los marcos por donde debe ir el análisis: 1) el ataque de la derecha y 2) los errores propios. Del ataque de la derecha nada nuevo puede decirse; se vive una guerra de clases, mediática en muy buena medida, y en eso –la experiencia lo demuestra descarnadamente– el enemigo sabe hacer su trabajo. La Revolución Bolivariana, como cualquier proceso revolucionario vivido hasta ahora, se encuentra en un permanente clima de agresión, de ataque, de sabotaje. Y de seguro eso seguirá siendo así. Pero ¿qué pasa con los errores propios?

No se trata de hacer una lista de culpables y mandarlos al paredón, pero sí es momento (imprescindible) de comenzar una genuina autocrítica. Negociar con la derecha es impensable. Eso, lisa y llanamente, es el fin del proceso bolivariano. O se salta hacia delante corrigiendo errores, o naufraga todo el proceso de cambio.

Habrá que sentarse con mucha tranquilidad a analizar estos resultados del domingo, pero desde ya hay que acometer una sana revisión de lo que la revolución lleva adelantado. Más allá de los perpetuos ataques de las fuerzas conservadoras: ¿qué se ha hecho contra la corrupción? ¿Hay realmente una política revolucionaria entre todos los cuadros comprometidos con la dirección de gobierno? ¿Está realmente en vías de extinguirse la cultura del clientelismo político, de la corrupción, de la burocracia y la ineficiencia? ¿Qué se está haciendo al respecto?

Se dice que la mejor defensa es un buen ataque. Nunca mejor que ahora lo podemos ver: la revolución y el camino socialista sólo pueden robustecerse si se aceleran las transformaciones. Una vuelta hacia una posición tibia que dé lugar al crecimiento de la derecha –la antichavista y la que está enquistada aún en el chavismo, que quizá es la más dañina– solamente significará la derrota futura.

“No pudimos, por ahora” dijo Chávez al asumir la derrota en el referéndum. Pero más adelante se podrá, sólo si se amplía el panorama revolucionario: llegó el momento de construir un Estado nuevo limpiando lo que queda del viejo orden cuartorepublicano. Si no, la reacción terminará ganando. Y es mucho lo que se perdería. O la revolución se profundiza, o no es revolución.

mmcolussi@gmail.com

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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