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Por quién doblan las campanas

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Por: Eratóstenes Horamarcada

Siendo así, no preguntes
por quién doblan las campanas,
están doblando por ti.
John Donne

El pasado domingo se celebró la tercera asamblea informativa de la Convención Nacional Democrática; esto es: la reunión de representantes de la resistencia civil pacífica que ven en Andrés Manuel López Obrador a su presidente legítimo, y no a Felipe Calderón. El motivo de la asamblea fue el de escuchar el primer informe de López Obrador como presidente legítimo.

De acuerdo con la narración que del acto hace el reportero de El Universal Jorge Octavio Ochoa, periodista hostil a López Obrador (compruébenlo ustedes mismos examinando esta nota donde acusa al político de misógino, sin fundamento alguno), “el evento se vio enrarecido por un hecho sin precedentes: desde la Catedral, en punto de las 11:50 de la mañana empezó a escucharse un repicar de campanas que tuvo una duración de poco más de nueve minutos”.

“Esto provocó –prosigue la nota– una reacción airada de muchos perredistas que se encontraban en el Zócalo y que irrumpieron sorpresivamente en las instalaciones de la catedral para exigir que se detuviera el repicar de campanas, en medio de consignas contra el cardenal Norberto Rivera”.

Pero si algo puede calificarse de sorpresivo es la respuesta que ha dado, y está dando, la Arquidiócesis de México; la misma noche del domingo anunció el cierre de la Catedral “hasta que los gobiernos federal y local garanticen condiciones para el ejercicio de la libertad de culto” (La Jornada, 2007/11/21); además, desde el lunes, muy temprano, los representantes legales de la Arquidiócesis han recorrido los noticiarios de radio y televisión más escuchados para quejarse por el supuesto hostigamiento que reciben por parte del PRD, partido al que han amenazado con demandar por la vía penal (El Sol de San Luis, 2007/11/20) como inspirador o corresponsable del incidente, dejando abierta la posibilidad de reabrir la Catedral al culto en algún momento de esta misma semana.

Veamos.

La estimación del tiempo que estuvo sonando el campanario de la Catedral varía de testigo a testigo, pero el rango de duración se habría situado entre 9 y 12 ó 15 minutos. La propia senadora Rosario Ibarra de Piedra, quien dirigía en esos precisos momentos un discurso a la multitud –mismo que fue interrumpido por el ruido de las campanas–, sostiene la cifra más alta: “no era repique de llamado a misa, sino un repique insistente que tuvo una duración de 15 minutos”, declaró a W Radio.

Va a ser difícil que abogados y sacerdotes de la Catedral nos convenzan de que sus campanadas no llevaban la intención de provocar una respuesta airada de los obradoristas. Un miembro de mi familia, al que en su católica juventud se comisionó en diversas oportunidades para llamar a la feligresía desde el campanario, me aseguró que los llamados duran entre 1 minuto y 1 minuto y medio; nunca más de 2 minutos. Es lo mismo que afirma el senador perredista Ricardo Monreal en su más reciente contribución para el periódico Milenio. La fortaleza extraordinaria del repique es otro factor a considerar. Un llamado tan largo e intenso como el del domingo, sólo se habría podido justificar si se anunciara con él una celebración o un acontecimiento especial; pero no es con este argumento que se han defendido los abogados católicos en sus entrevistas, pues, según ellos, no se trataba más que del llamado típico de cualquier domingo a esa hora. Con los antecedentes que poseo y he mencionado aquí, puedo afirmar que la Arquidiócesis de México está mintiendo.

La jugada de los achichincles de Norberto Rivera Carrera fue magistral: irritar y ensordecer a la multitud con un repique de campanas más estentóreo y duradero que el habitual; opacar el discurso de la senadora Ibarra de Piedra; despertar la ira de un grupo suficientemente numeroso de obradoristas; y, finalmente, aparecer ante la opinión pública, gracias al contubernio con ciertos medios de difusión, como “víctima de la intolerancia”: ¡ya hasta se anda comparando, nuestra opulenta Iglesia mexicana, con los monjes budistas que sufren –allí sí– la persecución y violencia gubernamental en Birmania! Busquen el programa de Carmen Aristegui del lunes si quieren oír tan hilarante declaración.

Algunos prominentes miembros del PRD han tratado de atenuar el golpe propinado a su partido por la Iglesia, señalando la posibilidad de que quienes irrumpieron en la Catedral hayan sido provocadores opuestos al movimiento obradorista que trataron de desprestigiar a la CND. Es probable. Pero también es probable que se haya tratado, en efecto, de simpatizantes de López Obrador, comprensiblemente irritados por lo que, sin duda alguna, fue un acto odioso de provocación por parte de la Arquidiócesis.

Pero, a final de cuentas, la irrupción de los descontentos en Catedral, ¿no ha sido exagerado? Lo verdaderamente importante del domingo es el llamado de Andrés Manuel López Obrador a defender la soberanía nacional, el patrimonio de todos, a no bajar la guardia ante los intentos del PAN-gobierno, disimulados o descarados, de que la riqueza de la nación se concentre en unas cuantas manos, que son las que sostienen al usurpador Felipe Calderón en su presidencia ilegítima.

En Catedral no se registró el menor destrozo; no resultó dañado ningún bien de la Iglesia, no hubo intercambio de golpes ni violencia en el estricto sentido de la palabra. La irrupción de esas personas en el inmueble no les fue encomendada por Andrés Manuel, ni por Rosario Ibarra, ni por líder perredista alguno. Desafortunadamente, la Convención Nacional Democrática está figurando en los medios de difusión, pero no con el tema importante –el mensaje de AMLO y la respuesta de la Convención–, sino con el pequeño incidente de la Catedral.

Original post by Eratóstenes Horamarcada


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