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La gran tentación: el petróleo de México

September 15th, 2008 Posted in impuestos, privatizaciones No Comments »

Andrés Manuel López Obrador
La Jornada
15 de septiembre de 2008

Andrés Manuel López Obrador, en imagen reciente. Foto: Carlos Ramos M.

A partir de hoy, Grijalbo pondrá a la venta el nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, La gran tentación: el petróleo de México. El texto que presentamos a continuación, por cortesía del sello editorial que lo publica, fue tomado del capítulo “La política irresponsable”.

Los gobiernos neoliberales le han confiscado a Pemex todos sus ingresos. Tan sólo de 2000 a la fecha, mientras esta empresa ha registrado ventas acumuladas por 6 billones 442 mil millones de pesos, ha pagado y enterado impuestos por 4 billones 467 mil millones de pesos, cifra que significa 75.8 por ciento de sus ventas. En contraste, en este mismo periodo la inversión pública directa en Pemex (sin incluir deuda) fue de 162 mil millones de pesos, cifra que representa apenas 2.5 por ciento de sus ventas totales.

Los ingresos obtenidos por petróleo han sido utilizados para financiar el presupuesto público, al grado que de cada peso del presupuesto, cuarenta centavos provienen del petróleo. Esta política fiscal que sangra a Pemex, ha sido utilizada para compensar el déficit que registra la recaudación, debido a que en nuestro país las grandes empresas prácticamente no pagan impuestos.

Por ejemplo, en 2007 Pemex tuvo ventas por un billón 134 mil 980 millones de pesos y sus aportaciones a las finanzas públicas fueron de 846 mil 200 millones de pesos, es decir, 74.6 por ciento de sus ventas. Mientras, en ese mismo año, según cifras de la Bolsa Mexicana de Valores, nueve grandes empresas registraron ventas por 1 billón 209 mil 316 millones de pesos y pagaron impuestos por 51 mil 325 millones: cinco por ciento de sus ventas. O sea, Pemex aportó dieciséis veces más. Habría que agregar que estas empresas presentaron impuestos diferidos en sus balances por 106 mil 296 millones de pesos; es decir, obtuvieron créditos fiscales por el doble de lo que pagaron de impuestos. Además, no sabemos cuánto al final terminaron pagando porque suele pasar que se beneficien con la devolución de impuestos.

La gran corrupción que se da entre las cúpulas del poder económico y del poder político en México, puede describirse señalando que un trabajador, un integrante de la clase media o un pequeño o mediano comerciante o empresario, están obligados a pagar de 15 a 28 por ciento de impuesto sobre la renta (ISR); sin embargo, los grandes monopolios vinculados al poder, por los privilegios que se les otorgan, reducen al mínimo el pago de impuestos y, en algunos casos, no pagan nada.

Las reformas fiscales realizadas desde el gobierno de Fox y hasta la fecha han agravado este problema. Así lo confirma el reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación. Según este organismo, en 2005 “se detectaron cincuenta grandes contribuyentes cuyos pagos individuales de impuestos sobre la renta, deducidas las devoluciones, fueron menores a 74 pesos”. Así mismo, se asegura que “las devoluciones efectuadas en el periodo 2001-2005, alcanzaron la cantidad de 604 mil 300 millones de pesos. Por ello se genera una situación de privilegio para unos cuantos contribuyentes que contraviene el principio de equidad fiscal”. Esta situación ha continuado, y durante el primer semestre de 2008, las devoluciones de impuestos efectuadas ascendieron a 93 mil 613 millones de pesos.

Por último, habría que agregar que a los gobiernos panistas les ha tocado la época de precios más altos del petróleo en toda la historia del mundo. Fox recibió durante su sexenio recursos presupuestales del petróleo del orden de 335 mil millones de dólares y tan sólo de excedentes por los precios altos, obtuvo 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a 2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta burocracia o se fue por el caño de la corrupción.

Así mismo, en 2007, el gobierno de facto recibió 12 mil millones de dólares de excedentes por precios altos del petróleo de exportación, y en 2008, serán 20 mil millones más. Tengamos en cuenta que la Cámara de Diputados fijó en la Ley de Ingresos de la Federación un precio estimado por barril de 49 dólares y se ha vendido a 100 dólares en promedio. Desde 1901 que comenzó la explotación petrolera en México hasta nuestros días, ningún presidente de la República había obtenido tanto dinero por concepto del petróleo, como el que está recibiendo en este año el usurpador Felipe Calderón. Sin embargo, todos estos recursos, al igual que cuando Fox, se han utilizado para subsidiar fiscalmente a sus aliados de las grandes corporaciones empresariales, se han dilapidado con la corrupción o se han orientado para mantener los privilegios de los altos funcionarios públicos. Baste subrayar que el gobierno de facto no ha hecho nada para reducir su enorme gasto burocrático. Por el contrario, en 2007, lo aumentó en 154 mil millones de pesos. Y hasta ahora su gasto corriente en 2008 se proyecta en 250 mil millones más. Es decir, en sólo dos años sumará 404 mil millones de pesos. En suma: ineptitud, corrupción y derroche a manos llenas.

La gangrena de la corrupción

Todo el desastre en el sector energético nacional ha sido alimentado por la corrupción que predomina en el gobierno, en Pemex y en la Comisión Federal de Electricidad. Este es el mal que más aqueja a Pemex y atormenta a la nación. Aunque son inagotables los casos de corrupción, aquí sólo trataré de manera puntual algunos de los más actuales que considero relevantes.

El primer contrato de servicios múltiples que se otorgó, violando la Constitución, a una empresa extranjera, se suscribió cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de Pemex. El 14 de noviembre de 2003, sin que hubiera participado en la licitación ninguna otra empresa, se entregó a Repsol de España un contrato por 2 mil 437 millones de dólares, para explotar yacimientos de gas en la Cuenca de Burgos.

Este contrato de servicios múltiples, celebrado con Repsol, en su anexo “Catálogo de Precios Máximos” muestra cómo se integran los costos de los servicios contratados y sus elevadísimos sobreprecios: para la adquisición de infraestructura se paga 120 por ciento adicional del costo directo; y en el caso de los servicios de mantenimiento, hasta 320 por ciento sobre el costo directo diario. Además, el precio unitario original se aplica independientemente de que la empresa contratista utilice materiales nuevos o usados; es el contratista quien tiene la “responsabilidad absoluta” de inspeccionar, probar y certificar todos los materiales, y por si fuese poco, se incluyen cargos adicionales no previstos como tasas y tarifas de importación, impuestos laborales, impuestos por adquisición de inmuebles y permisos, licencias y registros públicos.

Pero lo peor es que estos contratos han resultado benéficos sólo para las empresas extranjeras, pero improductivos y perjudiciales para el interés nacional. Por estos contratos leoninos que han sido otorgados a Repsol, Tecpetrol, Petrobras, Teikoku, Schlumberger y Halliburton, entre otras, Pemex convino pagar más de 5 mil millones de dólares, con la justificación de que la producción de gas iba a aumentar en 50 por ciento en la Cuenca de Burgos, lo que hubiera significado 500 millones de pies cúbicos diarios. Sin embargo, en cinco años las empresas aumentaron la producción sólo en 63 millones de pies cúbicos, pasando de 126 millones, que era la producción que Pemex obtenía al entregar los campos, a 189 millones de pies cúbicos; es decir, el incremento equivale a cuatro por ciento de la producción estimada en Burgos. Es más, en el mismo periodo, Pemex aumentó la producción en los campos operados por la paraestatal, de mil a mil 347 millones de pies cúbicos. En suma, los contratos de servicios múltiples elevaron muy marginalmente la producción a costos muy elevados: han sido un fracaso.

Inversiones inútiles

Para la reconfiguración de la refinería de Cadereyta se contrató en 1997 a Sunkion Limited, Siemmens e ICA. La obra debió terminarse en julio de 2000, pero tardó más del doble del plazo pactado. Se entregaron los trabajos inconclusos, con irregularidades y los precios unitarios se pagaron muy por encima de lo contratado. En noviembre de 2001, la auditoría cuantificó pérdidas, hasta ese entonces, por más de mil millones de dólares. Pemex, que había renunciado a la jurisdicción nacional, fue demandado por el consorcio en tribunales internacionales. Ante la falta de una defensa adecuada, fue obligado a pagar 630 millones de dólares adicionales. A ningún funcionario se le fincó responsabilidad alguna ni mucho menos sanción hasta el día de hoy. Se generó un daño patrimonial de cuando menos mil 630 millones de dólares.

Los contratos con empresas extranjeras en Chicontepec, Veracruz, también demuestran, cuando menos, lo absurdo de la política privatizadora. En esta zona, con amplias reservas de petróleo, pero cuya extracción supone gran dificultad técnica, entre 2004 y 2007 se incrementó la inversión de dos mil 905 millones a cuatro mil 871 millones, cerca de 70 por ciento. Las fechas coinciden con la contratación de las empresas Schlumberger y Halliburton para la perforación de 300 pozos. Sin embargo, en ese periodo la producción pasó de 25 mil 223 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (pce) a 26 mil 625 millones de barriles diarios , es decir, únicamente se incrementó seis por ciento. En suma, Burgos y Chicontepec resultaron un magnifico negocio para los contratistas pero un pésimo negocio para la nación.

En 2007, la empresa noruega PetroMena, poseedora de plataformas de perforación para aguas profundas, rentó durante cinco años tres plataformas: la más grande para 3 mil metros de profundidad a Petrobras America Inc., en 750 millones de dólares. La de capacidad media, para 2 mil 500 metros de profundidad, a Petrobras Brasil, en 645 millones de dólares. Y la de menor capacidad, para 2 mil metros de profundidad, a Pemex a un costo de 940 millones de dólares. En pocas palabras, Pemex rentó la plataforma más pequeña 300 millones de dólares más cara.

[…] Después de este rosario de hechos fraudulentos, queda claro que detrás del actual afán privatizador de la derecha, está la ambición del mismo grupo que ha venido haciendo negocios privados al amparo del poder público y a costa del patrimonio nacional. Más allá de consideraciones técnicas, financieras o administrativas, la intención de privatizar Pemex se basa en el interés de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos que quieren seguir montados en el negocio del petróleo.

En síntesis, es un hecho innegable que durante la época del pillaje neoliberal, han tratado de destruir a la industria petrolera nacional. Es cuando más ha padecido de intervencionismo y la han saqueado a mansalva, como a ninguna otra empresa en el mundo. Y sin embargo, sigue siendo imprescindible defenderla ante la actual embestida que busca aniquilarla por completo, porque de la salvación de esta industria depende, en mucho, el destino del país y de nuestro pueblo.

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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La gran tentación: el petróleo de México

September 15th, 2008 Posted in impuestos, privatizaciones No Comments »

Andrés Manuel López Obrador
La Jornada
15 de septiembre de 2008

Andrés Manuel López Obrador, en imagen reciente. Foto: Carlos Ramos M.

A partir de hoy, Grijalbo pondrá a la venta el nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, La gran tentación: el petróleo de México. El texto que presentamos a continuación, por cortesía del sello editorial que lo publica, fue tomado del capítulo “La política irresponsable”.

Los gobiernos neoliberales le han confiscado a Pemex todos sus ingresos. Tan sólo de 2000 a la fecha, mientras esta empresa ha registrado ventas acumuladas por 6 billones 442 mil millones de pesos, ha pagado y enterado impuestos por 4 billones 467 mil millones de pesos, cifra que significa 75.8 por ciento de sus ventas. En contraste, en este mismo periodo la inversión pública directa en Pemex (sin incluir deuda) fue de 162 mil millones de pesos, cifra que representa apenas 2.5 por ciento de sus ventas totales.

Los ingresos obtenidos por petróleo han sido utilizados para financiar el presupuesto público, al grado que de cada peso del presupuesto, cuarenta centavos provienen del petróleo. Esta política fiscal que sangra a Pemex, ha sido utilizada para compensar el déficit que registra la recaudación, debido a que en nuestro país las grandes empresas prácticamente no pagan impuestos.

Por ejemplo, en 2007 Pemex tuvo ventas por un billón 134 mil 980 millones de pesos y sus aportaciones a las finanzas públicas fueron de 846 mil 200 millones de pesos, es decir, 74.6 por ciento de sus ventas. Mientras, en ese mismo año, según cifras de la Bolsa Mexicana de Valores, nueve grandes empresas registraron ventas por 1 billón 209 mil 316 millones de pesos y pagaron impuestos por 51 mil 325 millones: cinco por ciento de sus ventas. O sea, Pemex aportó dieciséis veces más. Habría que agregar que estas empresas presentaron impuestos diferidos en sus balances por 106 mil 296 millones de pesos; es decir, obtuvieron créditos fiscales por el doble de lo que pagaron de impuestos. Además, no sabemos cuánto al final terminaron pagando porque suele pasar que se beneficien con la devolución de impuestos.

La gran corrupción que se da entre las cúpulas del poder económico y del poder político en México, puede describirse señalando que un trabajador, un integrante de la clase media o un pequeño o mediano comerciante o empresario, están obligados a pagar de 15 a 28 por ciento de impuesto sobre la renta (ISR); sin embargo, los grandes monopolios vinculados al poder, por los privilegios que se les otorgan, reducen al mínimo el pago de impuestos y, en algunos casos, no pagan nada.

Las reformas fiscales realizadas desde el gobierno de Fox y hasta la fecha han agravado este problema. Así lo confirma el reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación. Según este organismo, en 2005 “se detectaron cincuenta grandes contribuyentes cuyos pagos individuales de impuestos sobre la renta, deducidas las devoluciones, fueron menores a 74 pesos”. Así mismo, se asegura que “las devoluciones efectuadas en el periodo 2001-2005, alcanzaron la cantidad de 604 mil 300 millones de pesos. Por ello se genera una situación de privilegio para unos cuantos contribuyentes que contraviene el principio de equidad fiscal”. Esta situación ha continuado, y durante el primer semestre de 2008, las devoluciones de impuestos efectuadas ascendieron a 93 mil 613 millones de pesos.

Por último, habría que agregar que a los gobiernos panistas les ha tocado la época de precios más altos del petróleo en toda la historia del mundo. Fox recibió durante su sexenio recursos presupuestales del petróleo del orden de 335 mil millones de dólares y tan sólo de excedentes por los precios altos, obtuvo 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a 2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta burocracia o se fue por el caño de la corrupción.

Así mismo, en 2007, el gobierno de facto recibió 12 mil millones de dólares de excedentes por precios altos del petróleo de exportación, y en 2008, serán 20 mil millones más. Tengamos en cuenta que la Cámara de Diputados fijó en la Ley de Ingresos de la Federación un precio estimado por barril de 49 dólares y se ha vendido a 100 dólares en promedio. Desde 1901 que comenzó la explotación petrolera en México hasta nuestros días, ningún presidente de la República había obtenido tanto dinero por concepto del petróleo, como el que está recibiendo en este año el usurpador Felipe Calderón. Sin embargo, todos estos recursos, al igual que cuando Fox, se han utilizado para subsidiar fiscalmente a sus aliados de las grandes corporaciones empresariales, se han dilapidado con la corrupción o se han orientado para mantener los privilegios de los altos funcionarios públicos. Baste subrayar que el gobierno de facto no ha hecho nada para reducir su enorme gasto burocrático. Por el contrario, en 2007, lo aumentó en 154 mil millones de pesos. Y hasta ahora su gasto corriente en 2008 se proyecta en 250 mil millones más. Es decir, en sólo dos años sumará 404 mil millones de pesos. En suma: ineptitud, corrupción y derroche a manos llenas.

La gangrena de la corrupción

Todo el desastre en el sector energético nacional ha sido alimentado por la corrupción que predomina en el gobierno, en Pemex y en la Comisión Federal de Electricidad. Este es el mal que más aqueja a Pemex y atormenta a la nación. Aunque son inagotables los casos de corrupción, aquí sólo trataré de manera puntual algunos de los más actuales que considero relevantes.

El primer contrato de servicios múltiples que se otorgó, violando la Constitución, a una empresa extranjera, se suscribió cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de Pemex. El 14 de noviembre de 2003, sin que hubiera participado en la licitación ninguna otra empresa, se entregó a Repsol de España un contrato por 2 mil 437 millones de dólares, para explotar yacimientos de gas en la Cuenca de Burgos.

Este contrato de servicios múltiples, celebrado con Repsol, en su anexo “Catálogo de Precios Máximos” muestra cómo se integran los costos de los servicios contratados y sus elevadísimos sobreprecios: para la adquisición de infraestructura se paga 120 por ciento adicional del costo directo; y en el caso de los servicios de mantenimiento, hasta 320 por ciento sobre el costo directo diario. Además, el precio unitario original se aplica independientemente de que la empresa contratista utilice materiales nuevos o usados; es el contratista quien tiene la “responsabilidad absoluta” de inspeccionar, probar y certificar todos los materiales, y por si fuese poco, se incluyen cargos adicionales no previstos como tasas y tarifas de importación, impuestos laborales, impuestos por adquisición de inmuebles y permisos, licencias y registros públicos.

Pero lo peor es que estos contratos han resultado benéficos sólo para las empresas extranjeras, pero improductivos y perjudiciales para el interés nacional. Por estos contratos leoninos que han sido otorgados a Repsol, Tecpetrol, Petrobras, Teikoku, Schlumberger y Halliburton, entre otras, Pemex convino pagar más de 5 mil millones de dólares, con la justificación de que la producción de gas iba a aumentar en 50 por ciento en la Cuenca de Burgos, lo que hubiera significado 500 millones de pies cúbicos diarios. Sin embargo, en cinco años las empresas aumentaron la producción sólo en 63 millones de pies cúbicos, pasando de 126 millones, que era la producción que Pemex obtenía al entregar los campos, a 189 millones de pies cúbicos; es decir, el incremento equivale a cuatro por ciento de la producción estimada en Burgos. Es más, en el mismo periodo, Pemex aumentó la producción en los campos operados por la paraestatal, de mil a mil 347 millones de pies cúbicos. En suma, los contratos de servicios múltiples elevaron muy marginalmente la producción a costos muy elevados: han sido un fracaso.

Inversiones inútiles

Para la reconfiguración de la refinería de Cadereyta se contrató en 1997 a Sunkion Limited, Siemmens e ICA. La obra debió terminarse en julio de 2000, pero tardó más del doble del plazo pactado. Se entregaron los trabajos inconclusos, con irregularidades y los precios unitarios se pagaron muy por encima de lo contratado. En noviembre de 2001, la auditoría cuantificó pérdidas, hasta ese entonces, por más de mil millones de dólares. Pemex, que había renunciado a la jurisdicción nacional, fue demandado por el consorcio en tribunales internacionales. Ante la falta de una defensa adecuada, fue obligado a pagar 630 millones de dólares adicionales. A ningún funcionario se le fincó responsabilidad alguna ni mucho menos sanción hasta el día de hoy. Se generó un daño patrimonial de cuando menos mil 630 millones de dólares.

Los contratos con empresas extranjeras en Chicontepec, Veracruz, también demuestran, cuando menos, lo absurdo de la política privatizadora. En esta zona, con amplias reservas de petróleo, pero cuya extracción supone gran dificultad técnica, entre 2004 y 2007 se incrementó la inversión de dos mil 905 millones a cuatro mil 871 millones, cerca de 70 por ciento. Las fechas coinciden con la contratación de las empresas Schlumberger y Halliburton para la perforación de 300 pozos. Sin embargo, en ese periodo la producción pasó de 25 mil 223 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (pce) a 26 mil 625 millones de barriles diarios , es decir, únicamente se incrementó seis por ciento. En suma, Burgos y Chicontepec resultaron un magnifico negocio para los contratistas pero un pésimo negocio para la nación.

En 2007, la empresa noruega PetroMena, poseedora de plataformas de perforación para aguas profundas, rentó durante cinco años tres plataformas: la más grande para 3 mil metros de profundidad a Petrobras America Inc., en 750 millones de dólares. La de capacidad media, para 2 mil 500 metros de profundidad, a Petrobras Brasil, en 645 millones de dólares. Y la de menor capacidad, para 2 mil metros de profundidad, a Pemex a un costo de 940 millones de dólares. En pocas palabras, Pemex rentó la plataforma más pequeña 300 millones de dólares más cara.

[…] Después de este rosario de hechos fraudulentos, queda claro que detrás del actual afán privatizador de la derecha, está la ambición del mismo grupo que ha venido haciendo negocios privados al amparo del poder público y a costa del patrimonio nacional. Más allá de consideraciones técnicas, financieras o administrativas, la intención de privatizar Pemex se basa en el interés de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos que quieren seguir montados en el negocio del petróleo.

En síntesis, es un hecho innegable que durante la época del pillaje neoliberal, han tratado de destruir a la industria petrolera nacional. Es cuando más ha padecido de intervencionismo y la han saqueado a mansalva, como a ninguna otra empresa en el mundo. Y sin embargo, sigue siendo imprescindible defenderla ante la actual embestida que busca aniquilarla por completo, porque de la salvación de esta industria depende, en mucho, el destino del país y de nuestro pueblo.

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Reforma energética: contradictoria al proceso de desarrollo histórico de la nación mexicana

August 31st, 2008 Posted in Asia, convocatoria, economia, error, historia, Miranda Cosgrove, privatizaciones, rafa marquez, Xoloitzcuintles No Comments »

Nael Ramírez Domínguez

Rebelión

30 de agosto de 2008

INTRODUCCIÓN

Hablar del petróleo, es hablar de un recurso fundamental para el desarrollo de cualquier economía, en el caso de México el petróleo ha sido palanca del desarrollo en los años posteriores a su nacionalización y hasta antes de la llegada de un nuevo modelo económico denominado neoliberalismo, el cual sustenta la contradictoria política del libre mercado (es decir, estado mínimo) en la etapa del capitalismo monopolista, contradictoria por su practicidad anacrónica.

Ante tal importancia del petróleo, es imprescindible hablar de él bajo su administración actual la paraestatal PEMEX, el surgimiento de carácter antiimperialista de éste, así como del modelo económico adoptado que vino a debilitarlo y a ponerlo hoy día en la encrucijada histórica: inversión nacional-extranjera o exclusividad del Estado en lo referente; encrucijada que bajo las condiciones de nuestro país subdesarrollado pasa a ser: desarrollo independiente o neocoloniaje.

Por la gran importancia del tema, es que comenzaré con lo fundamental para el análisis de todo objeto social, político o económico, la historia.

1.- LA EXPROPIACIÓN DE PEMEX.

1.1.- El carácter de la revolución de 1910.

La revolución de 1910, se da como todas las revoluciones, por la “necesidad imperiosa de transformar el régimen establecido, de resolver de manera progresista el profundo antagonismo entre las fuerzas que hacen posible la producción, y la forma injusta de distribuir el producto” [1].

El antagonismo que se dio en el seno del porfiriato fueron diversas, según las clases sociales que estaban inmiscuidas; pero para entender esas contradicciones, es necesario explicar las condiciones que imperaban en el contexto de 1910.

Hace noventa y ocho años vivían en México alrededor de 15 millones de compatriotas, la mayoría en condiciones dramáticas, la estructura económico-social de ese entonces era el latifundismo, que consistía en grandes haciendas, los cuales tenían bajo su dominio a pueblos enteros, con decirles que: “setenta mil de las comunidades habitadas en toda la república, cincuenta y cinco mil se hallaban bajo el dominio de hacendados” [2]. Con esta estructura económica, la concentración y centralización de la riqueza en pocas manos era incuestionable; el uno por ciento de la población era propietaria del 95 % del territorio nacional, a pesar de que el 96 % de la población se dedicaba a la agricultura [3].

En las haciendas se mantenía el modo de producción feudal, los campesinos siervos se hallaban endeudados “eternamente” mediante la tienda de raya, tienda del señor hacendado, las condiciones de vida del campesinado era la pobreza extrema.

En cuanto al comercio, no había un mercado interno eficiente, los ferrocarriles propiedades de norteamericanos e ingleses estaba orientado a servir los intereses de mineros y latifundistas que exportaban la mayor parte de la producción en forma de materias primas, y no orientado hacia el desarrollo de la economía nacional.

Respecto a la industria de ese entonces es preciso mencionar que “la industria manufacturera constituía el 72. 5 %, mientras que el 27.5 % le correspondía a otras industrias varias, como la de tabaco, calzado, textiles, etc.” [4] Lo que caracterizaba a la industria en general era su carácter de país colonial, debido a que la mayor parte de la producción salía en bruto para ser beneficiada en el extranjero. Es necesario también mencionar que la mayor parte la industria primaria como la manufacturera pertenecían a capitales extranjeros, debido a que, de 1982 a 1907, la inversión de los capitales mexicanos fue de 591 millones de pesos en la economía nacional, contra 1317 millones de peso de capitales extranjeros, de los cuales 711 millones eran capital norteamericano. Así pues, tan solo “tres años antes de iniciarse la revolución de 1910 los intereses yanquis tenían el 50 % de la riqueza nacional” [5].

Ante esas condiciones de la economía nacional, “se creó un conflicto insalvable entre la población rural y el sistema de haciendas; entre los obreros y la mayoría de los patrones de mentalidad feudal; entre la burguesía industrial mexicana del tipo nuevo que empezaba a formarse y los hacendados, banqueros especuladores, las empresas extranjeras que hacían imposible el desarrollo de la economía nacional” [6] estos conflictos fueron causa de la rebelión del pueblo mexicano contra la dictadura porfiriana.

Pero ¿qué intereses representaban los impulsores del cambio progresista de la situación económica, social y política de México? Los intereses que representaban eran propias de su clase, los campesinos y los obreros se movilizaban los primeros por tierras y libertad, los segundos por mejores condiciones de vida y de salario, los escritores intelectuales como Flores Magón y Molina Enríquez pertenecientes a la pequeña burguesía, representaban las posiciones de avanzada en la reivindicación del pueblo y la nación, así mismo la burguesía terrateniente moderna, opuesta a las relaciones feudales de producción combatía el régimen de Díaz, el claro ejemplo es Francisco I. Madero, miembro de una familia terrateniente e industrial en el norte, así mismo la burguesía industrial nacional se oponía a la entrega de los mejores recursos naturales a capitales extranjeros. Estas dos últimos grupos de una misma clase se oponían al régimen, pero sin romper absolutamente con los lazos que tenían en el círculo gobernante.

Es pues, por las condiciones de ese entonces y los intereses de clases que participaron en la rebelión contra la dictadura pro-imperialista de Díaz, que la revolución de 1910 tuvo un carácter democrático, antifeudal y antiimperialista, el carácter antiimperialista es propio de revoluciones de países coloniales subyugados por el imperialismo.

1.2.- La expropiación petrolera.

Como resultado de la revolución de 1910 y su carácter democrático, antifeudal y antiimperialista se llego a formular una nueva constitución, la que retomó todo los anhelos de los grupos y clases que participaron en la revolución, claramente expuestos en los artículos 3, 27 y 123 constitucional.

La constitución de 1917 era para su tiempo una de las constituciones más avanzadas en cuanto a su contenido de seguridad social y derechos laborales, pero también por su contenido ajeno al liberalismo clásico, el cual tiene a la propiedad privada como “derecho natural”, en el caso de nuestra constitución, el Estado es propietario de las tierras y aguas, los recursos naturales, minerales, etc., y es éste el que “tiene el derecho de trasmitir su dominio a los particulares, constituyendo así la propiedad privada” [7] , es ese el carácter superior de nuestra constitución respecto a otras constituciones liberales.

El carácter de la república mexicana tomara un rumbo distinto al de las naciones europeas en ese entonces desarrollándose hacia el imperialismo, en México y como resultado de la revolución de 1910, así como de sus condiciones materiales, se adoptará una forma de política económica propia de los países subdesarrollados, y que responda a la necesidad de un desarrollo independiente, tal política es conocida como el nacionalismo revolucionario, que es: “una vía capitalista de desarrollo, pero no idéntica al capitalismo clásico,… que abre a los países del capitalismo periférico la posibilidad de desenvolver sus fuerzas productivas con independencia y progreso social [8].

El nacionalismo revolucionario, es el resultado de luchas previas por la independencia económica de la nación, ésta política económica es la que da sustento jurídico e ideológico a la expropiación petrolera, el cual es preparada y organizada por Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la CTM y que dirigió el Sindicato de Trabajadores Petroleros para la obtención de un solo contrato de trabajo para toda la industria petrolera, la cual estaba en manos de compañías norteamericanas e inglesas; ante la desobediencia de estas empresas extranjeras a sujetarse a la legislación mexicana, Lombardo Toledano conduce la lucha hacia una posible huelga de trabajadores de la industria petrolera y con ella a un paro productivo de dicha área, ante ello es que se da la decisión patriótica del presidente Lázaro Cárdenas de expropiar y nacionalizar la industria petrolera en 1938.

Es en 1940 cuando se enriquece el contenido del artículo 27 constitucional, al incorporarse el párrafo sexto, el cual dispone que tratándose del petróleo y de carburos, será exclusividad de la nación la explotación de esos recursos [9].

La expropiación petrolera es, pues, el resultado de una política económica surgida de los anhelos por los que se luchó en la revolución de 1910, el nacionalismo revolucionario es el resultado de las luchas antiimperialistas de inicios del siglo XX, luchas que tenían como objetivo la plena independencia de nuestra nación respecto del exterior, tanto en lo económico como en lo político, para así tener una plena soberanía nacional.

La expropiación y nacionalización petrolera es el punto álgido de despliegue de una política económica antiimperialista y a su vez, comienzo de una etapa de desarrollo independiente de nuestra economía, aun teniendo sus errores y en ocasiones retrocesos.

2.- EL NEOLIBERALISMO

2.1.- El cambio de modelo económico.

El nacionalismo revolucionario estuvo predominando en nuestra economía hasta antes de los ochenta, con sus errores, sus tropiezos y en ocasiones sus retrocesos, aún así se disponía al desarrollo de manera independiente de nuestro país.

Con la crisis de la deuda externa de nuestro país de finales de los setentas, se pide apoyo financiero al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM), organismos internacionales que sirven como tentáculos del imperialismo norteamericano y europeo para imponer su visión del mundo y subyugar a los países subdesarrollados.

El FMI y el BM dan créditos para contrarrestar los déficits públicos de gobiernos, en el caso nuestro, del gobierno mexicano. Otorgan los préstamos pero con condiciones de “reformas estructurales” que causen beneficios a las empresas transnacionales europeas y principalmente estadounidenses, estas reformas estructurales son: la eliminación de aranceles, la formación de un estado mínimo, es decir, que el Estado no sea propietario de empresas, la venta de las empresas por parte de los Estados a la iniciativa privada, la “flexibilización laboral” que no es más que arrebatarle derechos a los trabajadores para beneficios de las arcas de las empresas extranjeras, etc.

Estas condiciones que pide el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, esas “reformas estructurales” no es más que principios del modelo económico neoliberal; de acuerdo con la Mtra. Ifigenia Martínez, “el neoliberalismo retoma las viejas ideas de dejar hacer, dejar pasar; de la mano invisible del mercado del siglo pasado, nos habla del libre comercio, libre movimiento de capital, libre convertibilidad de las monedas, reducción de la participación del Estado en la economía y su confinamiento a un área social y de los topes” [10].

Como vemos, los postulados y principios del neoliberalismo son los propios que proponía el liberalismo en el siglo XIX, pero en aquel siglo era una etapa pre-monopolista, es decir no existían monopolios empresariales, y se necesitaba el “libre mercado”, el “libre comercio” para crear la riqueza material que declarara obsoleta al feudalismo. Pero en nuestras condiciones actuales, en la etapa del imperialismo, fase superior del capitalismo como manifestara Lenin, es ingenuo pensar en el “libre mercado”, en el “libre comercio” debido a que los monopolios existentes son los que controlan los mercados y son los que imponen sus reglas consensuadamente, violentamente o como sea, el capital no conoce formas sino fines.

En México este modelo económico neoliberal asaltó el poder con la administración de Miguel de la Madrid, el cual siguió sus designios al privatizar alrededor de 700 empresas paraestatales, así como su sucesor Carlos Salinas De Gortari que privatizó alrededor de 400 empresas paraestatales, Ernesto Zedillo Ponce de León que privatizó los Ferrocarriles, Vicente Fox Quesada que logró “reformas” y “aperturas” y el actual presidente Felipe Calderón que desea privatizar a PEMEX, mediante estos personajes, el grupo y partido político que los postula y que están detrás de ellos es que se mantiene el modelo económico neoliberal.

2.2.- Neoliberalismo y PEMEX.

Como hemos visto, el neoliberalismo postula la mínima intervención del Estado en las cuestiones económicas, al ser adoptada esa política económica en México por el gobierno de Miguel de la Madrid, se busca debilitar lo más que se pueda a las empresas paraestatales, para con esto dar sustento al viejo discurso de que el Estado es un mal administrador y con ello, privatizar todos sus bienes, esta intención neoliberal es adoptada para debilitar a PEMEX.

Hace más de un cuarto de siglo, Pemex era una empresa exitosa, cuyo crecimiento en productos superaba el 10 % anual. Tenía siete refinerías (Cadereyta, Salamanca, Tula, Minatitlán, Salina Cruz, Madero y Azcapotzalco), hace ya 27 años que no se construye una sola refinería en México, desde 1982 no se incrementa la refinación y la petroquímica ha disminuido un 80%. En amoniaco teníamos el complejo más grande del mundo: 5 millones de toneladas por año, hoy fabricamos solamente el 10%. Estos datos dan muestra de la viabilidad de PEMEX como empresa paraestatal en los inicios de la década de los ochenta [11].

En la actualidad, y debido al debilitamiento que impusieron a PEMEX todos los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid hasta Vicente Fox, es que la empresa se ha debilitado, pero aún así sus rentas son vitales para el funcionamiento financiero del Estado mexicano.

2.3.- PEMEX hoy.

En la actualidad sería un error afirmar que PEMEX pasa por un buen estado financiero y tecnológico, pero esto no da pie al fatalismo del discurso neoliberal para justificar su privatización.

PEMEX hoy tiene una debilidad, pero recordemos, esta debilidad financiera y tecnológica fue producida por la intencionalidad de los gobiernos neoliberales para dar pauta a la privatización.

En cuanto deuda, se ha observado un crecimiento anual compuesto de 11 por ciento en diez años de 1995 a 2004, al pasar de 165 miles de millones de pesos en 1995 a 419 miles de millones de pesos en 2004, sin considerar el pasivo laboral, lo que convierte a Pemex en la empresa petrolera más endeudada del mundo. [12]

En cuanto a carga fiscal, PEMEX aporta el 42 % de sus recursos al fisco, por ejemplo, en 2007 los ingresos de PEMEX fueron de 100 mil millones de dólares, y representaron 12.5 % del PIB; de ese monto la paraestatal gastó 40 mil millones de dólares: 11 mil en operación; una cantidad igual en gastos de inversión para amortizar obras y pagar intereses sobre créditos recibidos; y 18 mil en importación de gasolinas. Los 60 mil millones de dólares restantes se transfirieron al gobierno federal para cubrir gasto social y nómina de la burocracia. [13] El régimen fiscal actual es una de los más altos en el mundo, esto claramente desangra a PEMEX y no le deja recursos suficientes para reinvertirse.

Ahora en cuanto funcionamiento, PEMEX tiene seis refinerías, la refinería de Azcapotzalco fue cerrada en 1991. En cuanto a la producción de las restantes, de diciembre de 2002 a igual mes de 2007, la elaboración de petrolíferos en las refinerías se incremento un escalofriante 1 %, mientras la importación de esos productos creció, en igual periodo un 135 %. En ese mismo lapso de tiempo, la importación de gasolina del extranjero se incrementó un 263 % y la de Diesel un 201%. “En números cerrados, de las ganancias petroleras acumuladas del 2002 al 2007 se han destinado 50 mil millones de dólares para importar productos petrolíferos, monto más que suficiente para haber podido construir cuando menos siete refinerías a lo largo y ancho de la república mexicana”, esto en las propias palabras del economista Carlos Fernández Vega [14].

Ahora, en cuanto a los costos de operación de PEMEX con respecto a sus ventas es de menos de 10%, la empresa transnacional Shell, que es la que le sigue tiene un costo de operación respecto de sus ventas de 45 %, esto nos quiere decir que PEMEX es una empresa rentable, debido a que le cuesta alrededor de cuatro dólares la producción de un barril de petróleo, mientras que la venta de ese barril en el marcado oscila hoy día en 110 dólares.

En general podemos decir que: “PEMEX ocupa el sexto lugar en producción de petróleo, el séptimo por la cuantía de sus reservas y el noveno por su capacidad de refinación” [15] , ante esto y lo anterior explicitado podemos decir que PEMEX es una empresa fructífera, redituable para el Estado mexicano, competitiva y viable por si misma, solo falta que se deje de desangrar y debilitar por parte de los neoliberales, los cuales buscan “justificar” su privatización y su entrega al capital transnacional.

3.- CONCLUSIONES.

Podemos concluir que la revolución de 1910 fue una revolución causada por la agudización de las contradicciones de clase, y la agudización de la contradicción entre los intereses del pueblo mexicano en general y los intereses del imperialismo, sobre todo norteamericano, contradicción entre tener una patria libre e independiente de parte de los mexicanos, y tener una neocolonia con grandes riquezas naturales, esto de parte de los imperialistas y sus servidores, la oligarquía porfirista.

Tales contradicciones vinieron a superarse por medio de la revolución de 1910, el cual tuvo un carácter determinantemente antiimperialista, esto debido a la situación de colonialismo en el que estaba nuestra patria.

Por el carácter antiimperialista de la revolución se define la política económica a seguir en las postrimerías, esa política llega a ser el nacionalismo revolucionario, en el cual confluyen ideas de diversa índole, pero en general determinadas a construir y desarrollar una economía independiente del capital extranjero, y es en su punto álgido de esta política económica que se da la expropiación y nacionalización de la industria petrolera.

La política económica surgida de la revolución de 1910 es abandonada y erradicada del ámbito público a la llegada de nuevos “líderes” instruidos en las escuelas norteamericanas, los llamados tecnócratas neoliberales, los cuales vienen a realizar en nuestro país todas las recomendaciones y dictados de Washington en cuanto a economía.

Y es a la llegada de éste modelo económico neoliberal, ajeno al proceso de desarrollo histórico propio de nuestra nación, que se vienen a privatizar todos los bienes estatales, para después ser adquiridas por capitales extranjeros, es decir, volver a las condiciones de neocoloniaje en que estaba nuestra patria bajo la dictadura de Porfirio Díaz. Volver al pasado, ese pasado de sojuzgamiento, de perdida de soberanía, de despojo y violación de nuestros derechos.

“La reforma energética” llamado por sus defensores, “la privatización de PEMEX” llamado por sus críticos conscientes no es más que lo ya expuesto, la intención de apoderarse del recurso que nos ayudo a desarrollarnos como país a mediados del siglo pasado, apoderarse del principal ingreso de divisas de nuestro país, apoderarse de nuestro destino como nación, apoderarse de todo lo que sostiene nuestra patria.

Se podrá argumentar que lo que se busca no es privatizar, sino solamente sacar a PEMEX de su situación financiera y tecnológica con la ayuda del capital privado, lo mismo se nos dijo con la reforma eléctrica en el periodo de Zedillo, y hoy día las empresas privadas generan alrededor del 30 % de la energía eléctrica que consume el país, ¿acaso no es privatizar eso?, para que se privatice PEMEX no es necesario que en vez de PEMEX aparezca SHELL o EXXON en los letreros de las gasolineras o refinerías, para privatizar falta solo que se inmiscuyan gradualmente en los procesos productivos propios de PEMEX.

En este último cuarto de siglo nos han privatizado y siguen amenazándonos las privatizaciones, ya privatizaron Altos Hornos de México, El Ferrocarril, los Bancos, Telmex, intentan ahora privatizar PEMEX, después han de querer privatizar CFE, IMSS, etc.

Como nación subdesarrollada pasamos por momentos en que países imperialistas nos neocolonializan, con sus capitales y empresas. Así mismo, vemos que cada día estamos más diezmados en cuanto a recursos naturales y económicos. Vemos con preocupación cómo volvemos cada día a ser lo que fuimos durante el porfiriato, a ser colonia.

Pero al igual que bajo el porfiriato las condiciones de pobreza, desigualdad, de concentración y centralización de la riqueza un muy pocas manos, están formando la agudización de contradicciones entre los que desean una patria libre de imperialismo y el imperialismo que cada día desea privatizar todo. Se están agudizando los intereses encontrados, y como toda contradicción exacerbada tiende a superarse, necesariamente se superara de manera progresista estas contradicciones, la cuestión es ir creando las fuerzas necesarias para la superación progresista de tal contradicción, las fuerzas que restituyan la independencia económica y por tanto política de nuestra nación respecto del exterior, las fuerzas que garanticen la plena soberanía de nuestro pueblo, fuerzas progresistas que construyan o impulsen a la construcción de una política petrolera, energética que garantice la viabilidad de PEMEX y la viabilidad de desarrollo independiente de nuestra nación, con justicia social y democracia real.

Pero tal construcción de una viabilidad económica referente a PEMEX y nuestra nación, en la actualidad hegemónicamente neoliberal, no puede ser la búsqueda de la política económica del nacionalismo revolucionario, debido a la imposibilidad de cambios graduados cuasipasivos bajo el “fascismo del capital monopolista” [16] , sino la construcción de un nuevo régimen político económico que rompa las relaciones de subordinación con el imperialismo y que construya progresivamente la socialización de los medios de producción y de los recursos naturales en manos de un nuevo Estado que responda a los intereses de la mayoría de la población.

Para que PEMEX no se vea desmembrada y debilitada, el nuevo Estado debe tenerla como apoyo a la economía más no como una caja chica del cual se saque los recursos que el Estado no pueda sacar de otras fuentes, como pasa en la actualidad. PEMEX en el nuevo Estado debe ser primordial en la estructura política económica nacional, en el sentido de que se encarga de un recurso necesario y sobre todo no renovable, carácter doble del petróleo que lo hace apetitoso a las ambiciones monopólicas imperialistas que dominan hoy el orbe.

A grosso modo PEMEX tiene viabilidad pero no bajo el régimen económico neoliberal, ni con una política económica no decidida a barrer el senil sistema capitalista, sino tendrá viabilidad solo con la instauración de un régimen económico que trate a los recursos naturales, físicos y sociales no como una mera abstracción mercantilista, sino como factores, elementos complementarios para el desarrollo histórico de la humanidad en su camino hacia la justicia social y el bienestar material. El debate sobre la reforma energética no debería basarse en la situación actual de PEMEX de la que se ha hablado mucho, sino de los modelos económicos que puedan revitalizarla y en base a la profundización de tal debate, hablar hasta de sistemas económicos que beneficien no solo a PEMEX, ni México, sino a la humanidad entera.

* * * * * * * * * *

[1] Lombardo Toledano, Vicente. Carta a la juventud sobre la revolución mexicana, su origen, desarrollo y perspec-tivas. México. Ediciones de la Juventud Popular Socialista, 1960 P. 7

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Ibidem. P. 9

[5] idem

[6] Ibídem. P. 11

[7] Art. 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[8] Amezcua Dromundo, Cuauhtemoc. “México en los umbrales del siglo XXI” Edit. El Caballito. México, 2000. P.147.

[9] Campos Vega, Juan. “El artículo 27 constitucional: propiedad originaria y recursos energéticos”. En Revista: Nueva Democracia. No. 13. Segundo trimestre de 2005.

[10] Mtra. Efigenia Martínez. El neoliberalismo, atentado contra la soberanía y el bienestar popular , en el libro “Soberanía y unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños” Ediciones de la Sociedad Mexicana de Estudios Legislativos. A. C. México, 2000. P.60.

[11] “la privatización inconstitucional de PEMEX” por Frente de Trabajadores de la Energía. www.fte.energía.org ;

“Ni una refinería en 27 años” por Carlos Fernández Vega. La Jornada 14 de febrero de 2008.

[12] “solución para PEMEX” Por Juan José Suarez Coppel. En http://ejecutivosdefinanzas.org.mx

[13] “veinticinco años tras la privatización de PEMEX” por Carlos Fernández Vega. La jornada 13 de febrero de 2008.

14] “Ni una refinería en 27 años” por Carlos Fernández Vega. La Jornada 14 de febrero de 2008.

[15] “Los neoliberales secaron a PEMEX” por Carlos Fernández Vega. La jornada 05 de febrero de 2008.

[16] Valdés Vivó, Raul. “reflexiones sobre el neolIiberalismo con peligro de fascismo” Editora Política. 2003.

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Original post by Eratóstenes Horamarcada

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Reforma energética: contradictoria al proceso de desarrollo histórico de la nación mexicana

August 31st, 2008 Posted in Asia, error, historia, Miranda Cosgrove, privatizaciones No Comments »

Nael Ramírez Domínguez

Rebelión

30 de agosto de 2008

INTRODUCCIÓN

Hablar del petróleo, es hablar de un recurso fundamental para el desarrollo de cualquier economía, en el caso de México el petróleo ha sido palanca del desarrollo en los años posteriores a su nacionalización y hasta antes de la llegada de un nuevo modelo económico denominado neoliberalismo, el cual sustenta la contradictoria política del libre mercado (es decir, estado mínimo) en la etapa del capitalismo monopolista, contradictoria por su practicidad anacrónica.

Ante tal importancia del petróleo, es imprescindible hablar de él bajo su administración actual la paraestatal PEMEX, el surgimiento de carácter antiimperialista de éste, así como del modelo económico adoptado que vino a debilitarlo y a ponerlo hoy día en la encrucijada histórica: inversión nacional-extranjera o exclusividad del Estado en lo referente; encrucijada que bajo las condiciones de nuestro país subdesarrollado pasa a ser: desarrollo independiente o neocoloniaje.

Por la gran importancia del tema, es que comenzaré con lo fundamental para el análisis de todo objeto social, político o económico, la historia.

1.- LA EXPROPIACIÓN DE PEMEX.

1.1.- El carácter de la revolución de 1910.

La revolución de 1910, se da como todas las revoluciones, por la “necesidad imperiosa de transformar el régimen establecido, de resolver de manera progresista el profundo antagonismo entre las fuerzas que hacen posible la producción, y la forma injusta de distribuir el producto” [1].

El antagonismo que se dio en el seno del porfiriato fueron diversas, según las clases sociales que estaban inmiscuidas; pero para entender esas contradicciones, es necesario explicar las condiciones que imperaban en el contexto de 1910.

Hace noventa y ocho años vivían en México alrededor de 15 millones de compatriotas, la mayoría en condiciones dramáticas, la estructura económico-social de ese entonces era el latifundismo, que consistía en grandes haciendas, los cuales tenían bajo su dominio a pueblos enteros, con decirles que: “setenta mil de las comunidades habitadas en toda la república, cincuenta y cinco mil se hallaban bajo el dominio de hacendados” [2]. Con esta estructura económica, la concentración y centralización de la riqueza en pocas manos era incuestionable; el uno por ciento de la población era propietaria del 95 % del territorio nacional, a pesar de que el 96 % de la población se dedicaba a la agricultura [3].

En las haciendas se mantenía el modo de producción feudal, los campesinos siervos se hallaban endeudados “eternamente” mediante la tienda de raya, tienda del señor hacendado, las condiciones de vida del campesinado era la pobreza extrema.

En cuanto al comercio, no había un mercado interno eficiente, los ferrocarriles propiedades de norteamericanos e ingleses estaba orientado a servir los intereses de mineros y latifundistas que exportaban la mayor parte de la producción en forma de materias primas, y no orientado hacia el desarrollo de la economía nacional.

Respecto a la industria de ese entonces es preciso mencionar que “la industria manufacturera constituía el 72. 5 %, mientras que el 27.5 % le correspondía a otras industrias varias, como la de tabaco, calzado, textiles, etc.” [4] Lo que caracterizaba a la industria en general era su carácter de país colonial, debido a que la mayor parte de la producción salía en bruto para ser beneficiada en el extranjero. Es necesario también mencionar que la mayor parte la industria primaria como la manufacturera pertenecían a capitales extranjeros, debido a que, de 1982 a 1907, la inversión de los capitales mexicanos fue de 591 millones de pesos en la economía nacional, contra 1317 millones de peso de capitales extranjeros, de los cuales 711 millones eran capital norteamericano. Así pues, tan solo “tres años antes de iniciarse la revolución de 1910 los intereses yanquis tenían el 50 % de la riqueza nacional” [5].

Ante esas condiciones de la economía nacional, “se creó un conflicto insalvable entre la población rural y el sistema de haciendas; entre los obreros y la mayoría de los patrones de mentalidad feudal; entre la burguesía industrial mexicana del tipo nuevo que empezaba a formarse y los hacendados, banqueros especuladores, las empresas extranjeras que hacían imposible el desarrollo de la economía nacional” [6] estos conflictos fueron causa de la rebelión del pueblo mexicano contra la dictadura porfiriana.

Pero ¿qué intereses representaban los impulsores del cambio progresista de la situación económica, social y política de México? Los intereses que representaban eran propias de su clase, los campesinos y los obreros se movilizaban los primeros por tierras y libertad, los segundos por mejores condiciones de vida y de salario, los escritores intelectuales como Flores Magón y Molina Enríquez pertenecientes a la pequeña burguesía, representaban las posiciones de avanzada en la reivindicación del pueblo y la nación, así mismo la burguesía terrateniente moderna, opuesta a las relaciones feudales de producción combatía el régimen de Díaz, el claro ejemplo es Francisco I. Madero, miembro de una familia terrateniente e industrial en el norte, así mismo la burguesía industrial nacional se oponía a la entrega de los mejores recursos naturales a capitales extranjeros. Estas dos últimos grupos de una misma clase se oponían al régimen, pero sin romper absolutamente con los lazos que tenían en el círculo gobernante.

Es pues, por las condiciones de ese entonces y los intereses de clases que participaron en la rebelión contra la dictadura pro-imperialista de Díaz, que la revolución de 1910 tuvo un carácter democrático, antifeudal y antiimperialista, el carácter antiimperialista es propio de revoluciones de países coloniales subyugados por el imperialismo.

1.2.- La expropiación petrolera.

Como resultado de la revolución de 1910 y su carácter democrático, antifeudal y antiimperialista se llego a formular una nueva constitución, la que retomó todo los anhelos de los grupos y clases que participaron en la revolución, claramente expuestos en los artículos 3, 27 y 123 constitucional.

La constitución de 1917 era para su tiempo una de las constituciones más avanzadas en cuanto a su contenido de seguridad social y derechos laborales, pero también por su contenido ajeno al liberalismo clásico, el cual tiene a la propiedad privada como “derecho natural”, en el caso de nuestra constitución, el Estado es propietario de las tierras y aguas, los recursos naturales, minerales, etc., y es éste el que “tiene el derecho de trasmitir su dominio a los particulares, constituyendo así la propiedad privada” [7] , es ese el carácter superior de nuestra constitución respecto a otras constituciones liberales.

El carácter de la república mexicana tomara un rumbo distinto al de las naciones europeas en ese entonces desarrollándose hacia el imperialismo, en México y como resultado de la revolución de 1910, así como de sus condiciones materiales, se adoptará una forma de política económica propia de los países subdesarrollados, y que responda a la necesidad de un desarrollo independiente, tal política es conocida como el nacionalismo revolucionario, que es: “una vía capitalista de desarrollo, pero no idéntica al capitalismo clásico,… que abre a los países del capitalismo periférico la posibilidad de desenvolver sus fuerzas productivas con independencia y progreso social [8].

El nacionalismo revolucionario, es el resultado de luchas previas por la independencia económica de la nación, ésta política económica es la que da sustento jurídico e ideológico a la expropiación petrolera, el cual es preparada y organizada por Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la CTM y que dirigió el Sindicato de Trabajadores Petroleros para la obtención de un solo contrato de trabajo para toda la industria petrolera, la cual estaba en manos de compañías norteamericanas e inglesas; ante la desobediencia de estas empresas extranjeras a sujetarse a la legislación mexicana, Lombardo Toledano conduce la lucha hacia una posible huelga de trabajadores de la industria petrolera y con ella a un paro productivo de dicha área, ante ello es que se da la decisión patriótica del presidente Lázaro Cárdenas de expropiar y nacionalizar la industria petrolera en 1938.

Es en 1940 cuando se enriquece el contenido del artículo 27 constitucional, al incorporarse el párrafo sexto, el cual dispone que tratándose del petróleo y de carburos, será exclusividad de la nación la explotación de esos recursos [9].

La expropiación petrolera es, pues, el resultado de una política económica surgida de los anhelos por los que se luchó en la revolución de 1910, el nacionalismo revolucionario es el resultado de las luchas antiimperialistas de inicios del siglo XX, luchas que tenían como objetivo la plena independencia de nuestra nación respecto del exterior, tanto en lo económico como en lo político, para así tener una plena soberanía nacional.

La expropiación y nacionalización petrolera es el punto álgido de despliegue de una política económica antiimperialista y a su vez, comienzo de una etapa de desarrollo independiente de nuestra economía, aun teniendo sus errores y en ocasiones retrocesos.

2.- EL NEOLIBERALISMO

2.1.- El cambio de modelo económico.

El nacionalismo revolucionario estuvo predominando en nuestra economía hasta antes de los ochenta, con sus errores, sus tropiezos y en ocasiones sus retrocesos, aún así se disponía al desarrollo de manera independiente de nuestro país.

Con la crisis de la deuda externa de nuestro país de finales de los setentas, se pide apoyo financiero al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM), organismos internacionales que sirven como tentáculos del imperialismo norteamericano y europeo para imponer su visión del mundo y subyugar a los países subdesarrollados.

El FMI y el BM dan créditos para contrarrestar los déficits públicos de gobiernos, en el caso nuestro, del gobierno mexicano. Otorgan los préstamos pero con condiciones de “reformas estructurales” que causen beneficios a las empresas transnacionales europeas y principalmente estadounidenses, estas reformas estructurales son: la eliminación de aranceles, la formación de un estado mínimo, es decir, que el Estado no sea propietario de empresas, la venta de las empresas por parte de los Estados a la iniciativa privada, la “flexibilización laboral” que no es más que arrebatarle derechos a los trabajadores para beneficios de las arcas de las empresas extranjeras, etc.

Estas condiciones que pide el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, esas “reformas estructurales” no es más que principios del modelo económico neoliberal; de acuerdo con la Mtra. Ifigenia Martínez, “el neoliberalismo retoma las viejas ideas de dejar hacer, dejar pasar; de la mano invisible del mercado del siglo pasado, nos habla del libre comercio, libre movimiento de capital, libre convertibilidad de las monedas, reducción de la participación del Estado en la economía y su confinamiento a un área social y de los topes” [10].

Como vemos, los postulados y principios del neoliberalismo son los propios que proponía el liberalismo en el siglo XIX, pero en aquel siglo era una etapa pre-monopolista, es decir no existían monopolios empresariales, y se necesitaba el “libre mercado”, el “libre comercio” para crear la riqueza material que declarara obsoleta al feudalismo. Pero en nuestras condiciones actuales, en la etapa del imperialismo, fase superior del capitalismo como manifestara Lenin, es ingenuo pensar en el “libre mercado”, en el “libre comercio” debido a que los monopolios existentes son los que controlan los mercados y son los que imponen sus reglas consensuadamente, violentamente o como sea, el capital no conoce formas sino fines.

En México este modelo económico neoliberal asaltó el poder con la administración de Miguel de la Madrid, el cual siguió sus designios al privatizar alrededor de 700 empresas paraestatales, así como su sucesor Carlos Salinas De Gortari que privatizó alrededor de 400 empresas paraestatales, Ernesto Zedillo Ponce de León que privatizó los Ferrocarriles, Vicente Fox Quesada que logró “reformas” y “aperturas” y el actual presidente Felipe Calderón que desea privatizar a PEMEX, mediante estos personajes, el grupo y partido político que los postula y que están detrás de ellos es que se mantiene el modelo económico neoliberal.

2.2.- Neoliberalismo y PEMEX.

Como hemos visto, el neoliberalismo postula la mínima intervención del Estado en las cuestiones económicas, al ser adoptada esa política económica en México por el gobierno de Miguel de la Madrid, se busca debilitar lo más que se pueda a las empresas paraestatales, para con esto dar sustento al viejo discurso de que el Estado es un mal administrador y con ello, privatizar todos sus bienes, esta intención neoliberal es adoptada para debilitar a PEMEX.

Hace más de un cuarto de siglo, Pemex era una empresa exitosa, cuyo crecimiento en productos superaba el 10 % anual. Tenía siete refinerías (Cadereyta, Salamanca, Tula, Minatitlán, Salina Cruz, Madero y Azcapotzalco), hace ya 27 años que no se construye una sola refinería en México, desde 1982 no se incrementa la refinación y la petroquímica ha disminuido un 80%. En amoniaco teníamos el complejo más grande del mundo: 5 millones de toneladas por año, hoy fabricamos solamente el 10%. Estos datos dan muestra de la viabilidad de PEMEX como empresa paraestatal en los inicios de la década de los ochenta [11].

En la actualidad, y debido al debilitamiento que impusieron a PEMEX todos los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid hasta Vicente Fox, es que la empresa se ha debilitado, pero aún así sus rentas son vitales para el funcionamiento financiero del Estado mexicano.

2.3.- PEMEX hoy.

En la actualidad sería un error afirmar que PEMEX pasa por un buen estado financiero y tecnológico, pero esto no da pie al fatalismo del discurso neoliberal para justificar su privatización.

PEMEX hoy tiene una debilidad, pero recordemos, esta debilidad financiera y tecnológica fue producida por la intencionalidad de los gobiernos neoliberales para dar pauta a la privatización.

En cuanto deuda, se ha observado un crecimiento anual compuesto de 11 por ciento en diez años de 1995 a 2004, al pasar de 165 miles de millones de pesos en 1995 a 419 miles de millones de pesos en 2004, sin considerar el pasivo laboral, lo que convierte a Pemex en la empresa petrolera más endeudada del mundo. [12]

En cuanto a carga fiscal, PEMEX aporta el 42 % de sus recursos al fisco, por ejemplo, en 2007 los ingresos de PEMEX fueron de 100 mil millones de dólares, y representaron 12.5 % del PIB; de ese monto la paraestatal gastó 40 mil millones de dólares: 11 mil en operación; una cantidad igual en gastos de inversión para amortizar obras y pagar intereses sobre créditos recibidos; y 18 mil en importación de gasolinas. Los 60 mil millones de dólares restantes se transfirieron al gobierno federal para cubrir gasto social y nómina de la burocracia. [13] El régimen fiscal actual es una de los más altos en el mundo, esto claramente desangra a PEMEX y no le deja recursos suficientes para reinvertirse.

Ahora en cuanto funcionamiento, PEMEX tiene seis refinerías, la refinería de Azcapotzalco fue cerrada en 1991. En cuanto a la producción de las restantes, de diciembre de 2002 a igual mes de 2007, la elaboración de petrolíferos en las refinerías se incremento un escalofriante 1 %, mientras la importación de esos productos creció, en igual periodo un 135 %. En ese mismo lapso de tiempo, la importación de gasolina del extranjero se incrementó un 263 % y la de Diesel un 201%. “En números cerrados, de las ganancias petroleras acumuladas del 2002 al 2007 se han destinado 50 mil millones de dólares para importar productos petrolíferos, monto más que suficiente para haber podido construir cuando menos siete refinerías a lo largo y ancho de la república mexicana”, esto en las propias palabras del economista Carlos Fernández Vega [14].

Ahora, en cuanto a los costos de operación de PEMEX con respecto a sus ventas es de menos de 10%, la empresa transnacional Shell, que es la que le sigue tiene un costo de operación respecto de sus ventas de 45 %, esto nos quiere decir que PEMEX es una empresa rentable, debido a que le cuesta alrededor de cuatro dólares la producción de un barril de petróleo, mientras que la venta de ese barril en el marcado oscila hoy día en 110 dólares.

En general podemos decir que: “PEMEX ocupa el sexto lugar en producción de petróleo, el séptimo por la cuantía de sus reservas y el noveno por su capacidad de refinación” [15] , ante esto y lo anterior explicitado podemos decir que PEMEX es una empresa fructífera, redituable para el Estado mexicano, competitiva y viable por si misma, solo falta que se deje de desangrar y debilitar por parte de los neoliberales, los cuales buscan “justificar” su privatización y su entrega al capital transnacional.

3.- CONCLUSIONES.

Podemos concluir que la revolución de 1910 fue una revolución causada por la agudización de las contradicciones de clase, y la agudización de la contradicción entre los intereses del pueblo mexicano en general y los intereses del imperialismo, sobre todo norteamericano, contradicción entre tener una patria libre e independiente de parte de los mexicanos, y tener una neocolonia con grandes riquezas naturales, esto de parte de los imperialistas y sus servidores, la oligarquía porfirista.

Tales contradicciones vinieron a superarse por medio de la revolución de 1910, el cual tuvo un carácter determinantemente antiimperialista, esto debido a la situación de colonialismo en el que estaba nuestra patria.

Por el carácter antiimperialista de la revolución se define la política económica a seguir en las postrimerías, esa política llega a ser el nacionalismo revolucionario, en el cual confluyen ideas de diversa índole, pero en general determinadas a construir y desarrollar una economía independiente del capital extranjero, y es en su punto álgido de esta política económica que se da la expropiación y nacionalización de la industria petrolera.

La política económica surgida de la revolución de 1910 es abandonada y erradicada del ámbito público a la llegada de nuevos “líderes” instruidos en las escuelas norteamericanas, los llamados tecnócratas neoliberales, los cuales vienen a realizar en nuestro país todas las recomendaciones y dictados de Washington en cuanto a economía.

Y es a la llegada de éste modelo económico neoliberal, ajeno al proceso de desarrollo histórico propio de nuestra nación, que se vienen a privatizar todos los bienes estatales, para después ser adquiridas por capitales extranjeros, es decir, volver a las condiciones de neocoloniaje en que estaba nuestra patria bajo la dictadura de Porfirio Díaz. Volver al pasado, ese pasado de sojuzgamiento, de perdida de soberanía, de despojo y violación de nuestros derechos.

“La reforma energética” llamado por sus defensores, “la privatización de PEMEX” llamado por sus críticos conscientes no es más que lo ya expuesto, la intención de apoderarse del recurso que nos ayudo a desarrollarnos como país a mediados del siglo pasado, apoderarse del principal ingreso de divisas de nuestro país, apoderarse de nuestro destino como nación, apoderarse de todo lo que sostiene nuestra patria.

Se podrá argumentar que lo que se busca no es privatizar, sino solamente sacar a PEMEX de su situación financiera y tecnológica con la ayuda del capital privado, lo mismo se nos dijo con la reforma eléctrica en el periodo de Zedillo, y hoy día las empresas privadas generan alrededor del 30 % de la energía eléctrica que consume el país, ¿acaso no es privatizar eso?, para que se privatice PEMEX no es necesario que en vez de PEMEX aparezca SHELL o EXXON en los letreros de las gasolineras o refinerías, para privatizar falta solo que se inmiscuyan gradualmente en los procesos productivos propios de PEMEX.

En este último cuarto de siglo nos han privatizado y siguen amenazándonos las privatizaciones, ya privatizaron Altos Hornos de México, El Ferrocarril, los Bancos, Telmex, intentan ahora privatizar PEMEX, después han de querer privatizar CFE, IMSS, etc.

Como nación subdesarrollada pasamos por momentos en que países imperialistas nos neocolonializan, con sus capitales y empresas. Así mismo, vemos que cada día estamos más diezmados en cuanto a recursos naturales y económicos. Vemos con preocupación cómo volvemos cada día a ser lo que fuimos durante el porfiriato, a ser colonia.

Pero al igual que bajo el porfiriato las condiciones de pobreza, desigualdad, de concentración y centralización de la riqueza un muy pocas manos, están formando la agudización de contradicciones entre los que desean una patria libre de imperialismo y el imperialismo que cada día desea privatizar todo. Se están agudizando los intereses encontrados, y como toda contradicción exacerbada tiende a superarse, necesariamente se superara de manera progresista estas contradicciones, la cuestión es ir creando las fuerzas necesarias para la superación progresista de tal contradicción, las fuerzas que restituyan la independencia económica y por tanto política de nuestra nación respecto del exterior, las fuerzas que garanticen la plena soberanía de nuestro pueblo, fuerzas progresistas que construyan o impulsen a la construcción de una política petrolera, energética que garantice la viabilidad de PEMEX y la viabilidad de desarrollo independiente de nuestra nación, con justicia social y democracia real.

Pero tal construcción de una viabilidad económica referente a PEMEX y nuestra nación, en la actualidad hegemónicamente neoliberal, no puede ser la búsqueda de la política económica del nacionalismo revolucionario, debido a la imposibilidad de cambios graduados cuasipasivos bajo el “fascismo del capital monopolista” [16] , sino la construcción de un nuevo régimen político económico que rompa las relaciones de subordinación con el imperialismo y que construya progresivamente la socialización de los medios de producción y de los recursos naturales en manos de un nuevo Estado que responda a los intereses de la mayoría de la población.

Para que PEMEX no se vea desmembrada y debilitada, el nuevo Estado debe tenerla como apoyo a la economía más no como una caja chica del cual se saque los recursos que el Estado no pueda sacar de otras fuentes, como pasa en la actualidad. PEMEX en el nuevo Estado debe ser primordial en la estructura política económica nacional, en el sentido de que se encarga de un recurso necesario y sobre todo no renovable, carácter doble del petróleo que lo hace apetitoso a las ambiciones monopólicas imperialistas que dominan hoy el orbe.

A grosso modo PEMEX tiene viabilidad pero no bajo el régimen económico neoliberal, ni con una política económica no decidida a barrer el senil sistema capitalista, sino tendrá viabilidad solo con la instauración de un régimen económico que trate a los recursos naturales, físicos y sociales no como una mera abstracción mercantilista, sino como factores, elementos complementarios para el desarrollo histórico de la humanidad en su camino hacia la justicia social y el bienestar material. El debate sobre la reforma energética no debería basarse en la situación actual de PEMEX de la que se ha hablado mucho, sino de los modelos económicos que puedan revitalizarla y en base a la profundización de tal debate, hablar hasta de sistemas económicos que beneficien no solo a PEMEX, ni México, sino a la humanidad entera.

* * * * * * * * * *

[1] Lombardo Toledano, Vicente. Carta a la juventud sobre la revolución mexicana, su origen, desarrollo y perspec-tivas. México. Ediciones de la Juventud Popular Socialista, 1960 P. 7

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Ibidem. P. 9

[5] idem

[6] Ibídem. P. 11

[7] Art. 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[8] Amezcua Dromundo, Cuauhtemoc. “México en los umbrales del siglo XXI” Edit. El Caballito. México, 2000. P.147.

[9] Campos Vega, Juan. “El artículo 27 constitucional: propiedad originaria y recursos energéticos”. En Revista: Nueva Democracia. No. 13. Segundo trimestre de 2005.

[10] Mtra. Efigenia Martínez. El neoliberalismo, atentado contra la soberanía y el bienestar popular , en el libro “Soberanía y unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños” Ediciones de la Sociedad Mexicana de Estudios Legislativos. A. C. México, 2000. P.60.

[11] “la privatización inconstitucional de PEMEX” por Frente de Trabajadores de la Energía. www.fte.energía.org ;

“Ni una refinería en 27 años” por Carlos Fernández Vega. La Jornada 14 de febrero de 2008.

[12] “solución para PEMEX” Por Juan José Suarez Coppel. En http://ejecutivosdefinanzas.org.mx

[13] “veinticinco años tras la privatización de PEMEX” por Carlos Fernández Vega. La jornada 13 de febrero de 2008.

14] “Ni una refinería en 27 años” por Carlos Fernández Vega. La Jornada 14 de febrero de 2008.

[15] “Los neoliberales secaron a PEMEX” por Carlos Fernández Vega. La jornada 05 de febrero de 2008.

[16] Valdés Vivó, Raul. “reflexiones sobre el neolIiberalismo con peligro de fascismo” Editora Política. 2003.

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DF: la ultraderecha contra la consulta

July 29th, 2008 Posted in convocatoria, DF, generacion dorada, privatizaciones, rafa marquez No Comments »

Édgar González Ruiz
Kaos en la red
28 de julio de 2008

El PAN, jerarcas católicos, empresarios y grupos conservadores, se oponen a la consulta popular sobre la privatización de Pemex

En su novela Los Perros de la Guerra, publicada en los años 70, el escritor Frederick Forsyth hablaba de un imaginario país africano del que se apoderaba un grupo de mercenarios para imponer a un gobierno títere, a gusto de una poderosa empresa extranjera que codiciaba una mina de platino ubicada en ese país.

En otras circunstancias y proporciones, es lo que está ocurriendo en nuestro país, donde el gobierno federal, de dudosa legitimidad, está promoviendo una supuesta “reforma energética” que busca en realidad entregar Pemex a las empresas extranjeras.

Para apoyar ese proyecto se unen los enemigos del pueblo: el PAN, al igual que grandes empresarios, jerarcas católicos y membretes ultraderechistas.

La derecha capitalina, la misma que en 2006 rechazó el recuento de los votos, se ha opuesto incluso al ejercicio democrático de la consulta popular del domingo 27 de julio, acerca de la llamada “reforma energética”.

Trampas del PAN

En 2006, el PAN se pronunció contra todo tipo de denuncias y protestas populares contra los procedimientos tramposos que usó en las elecciones para mantenerse en el poder, y que fueron desde la intervención ilegítima del entonces presidente Vicente Fox en las campañas hasta la propaganda sucia y toda una serie de trucos para ganar las elecciones: urnas embarazadas, rasurado del padrón, presiones laborales, etc.

Ahora, el PAN capitalino quiere usar estrategias de denuncia y protesta, pero a favor de los intereses económicos y contra los más necesitados, a los que el PAN no quiere dar siquiera la oportunidad de manifestarse en una consulta popular.

Aunque el PAN del Distrito Federal se abstuvo de participar en el proceso de la consulta ciudadana sobre la reforma energética convocada por el gobierno capitalino el día 27, desde la víspera comenzó a difundir masivamente por correo electrónico un anuncio en el que pide a la comunidad: “Ayúdanos a denunciar cualquier irregularidad que veas durante la consulta sobre la reforma energética” (La Jornada, 27 de julio de 2008).

En respuesta, algunas personas han difundido en internet denuncias contra los procedimientos tramposos del blanquiazul, en páginas donde se difunde la información arriba citada leemos mensajes como estos: “Señores y señoras del PRI y del PAN, yo tengo una denuncia que hacerles: quisieron callar al pueblo en la decisión sobre PEMEX, pero la fuerza de la razón, de la moral, de la historia y de la Constitución es mucho más que ustedes, y el pueblo sabrá ponerlos en su lugar”.

Otra persona, identificada como “Samuel Mendoza” denuncia: Otra irregularidad: ante la consulta, pan y circo: “… en mi pueblo (Apaxco, México) hubo una verbena organizada por el PAN, de esas en las que dan despensas, regalos y demás chucherías para embobar al pueblo. Así quieren callar y enajenar la voz del pueblo, con pan y circo”.

La ultraderecha contra el pueblo

Desde hace más de un mes, el grupo ultraderechista “Yo influyo”, que edita la página web del mismo nombre (www.yoinfluyo.com), ha estado tratando de desacreditar la consulta popular sobre la privatización de Pemex con argumentos legaloides y autoritarios.

Citando al Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), aducen, por ejemplo, que “En México una consulta pública no es válida, porque la Constitución marca que la soberanía deberá ejercerse por medio de los poderes de la Unión” y que “… el Instituto Federal Electoral (IFE) no está facultado por la ley para realizar consultas públicas, referéndum o plebiscitos…”.

Más aún, alegan que la consulta popular “vulneraría a las instituciones”, que de acuerdo con el sector privado deben limitarse a validar los proyectos derechistas. Según los empresarios, el pueblo debe conformarse con “los foros que actualmente se llevan a cabo en el Senado de la República”, porque “constituyen en sí mismos la consulta popular”.

El CEESP depende del Consejo Coordinador Empresarial, que a su vez ha estado apoyando activamente la privatización de Pemex, conocida eufemísticamente como la “reforma energética”.

Por su parte, Yo Influyo fue fundado hace unos años por Fernando Sánchez Argumedo y Rosa Martha (sic) Abascal de Arton, hija de Carlos Abascal, a imitación de la página ultraderechista española Hazte Oír.

Yo influyo difunde propaganda derechista de corte católico y empresarial, de tal suerte que su Comité Editorial incluye, además del mencionado Fernando Sánchez, a José de Jesús Castellanos, dirigente de grupos de extrema derecha y exdirector del periódico Nuevo Criterio, del Arzobispado, a Guadalupe Arellano, de la Asociación Nacional Cívica Femenina, Ancifem, conocido grupo filopanista, afín a Provida, y Carlos Astudillo, del grupo Fundice, que promueve la revisión de la historia con criterios católicos conservadores.

Entre los patrocinadores de Yo Influyo se cuentan poderosas empresas como Telmex, a través de la Fundación Telmex, bajo la influencia de Patricio Slim Domit, Galletas Marian, Té Laggs, la afianzadora Aserta Insurgentes (donde trabajó Carlos Abascal) y las constructoras GUTSA y SARE.

Patricio Slim Domit dice recibir instrucciones divinas para llevar a cabo su activismo político, pero también su padre, el pragmático empresario Carlos Slim, es partidario de la privatización de Pemex y desdeña la consulta popular sobre el tema.

Considerado el segundo hombre más rico del mundo, Carlos Slim se ha pronunciado por que se permita la participación de la iniciativa privada en Petróleos Mexicanos (Pemex) y ha considerado que Pemex debe operar “como cualquier empresa que permite la participación de capital privado”.

También ha desestimado la consulta ciudadana que el Frente Amplio Progresista (PRD, PT y Convergencia) realizaron el 27 de julio acerca de la llamada “reforma energética” y ha dicho que “…más importante que una consulta pública, fueron los debates sobre la reforma energética que organizó el Senado de la República…” (Agencia Proceso, 23 de julio de 2008).

Pero hay que considerar que muchos de los legisladores que toman esas decisiones no están interesados por el bienestar de las mayorías ni por el futuro del país, sino sólo por sus propios intereses, y hay que tener presente también la dudosa legitimidad de las elecciones del 2006 que llevó al poder a muchos de ellos.

Tradicionalmente, GUTSA ha apoyado a los grupos conservadores, mientras que SARE, una de las principales constructoras de México, se vio involucrada hace unos años en los negocios turbios de los Bribiesca.

En mayo de 2005, diputados federales de la Comisión que investigaba el caso de los hijos de la Marta Sahagún de Fox presentaron una denuncia contra Manuel Bribiesca por el presunto delito de falsedad en declaración, pues contrariamente a lo que éste había declarado, había entablado relaciones comerciales con la empresa SARE.

Además de difundir los planteamientos del CEESP, Yo Influyo abunda en artículos que defienden la privatización de Pemex y se oponen a la consulta popular sobre el tema, para lo cual recurren a la consabida retórica de estigmatizar como “populistas” a quienes discrepan de los proyectos del PAN.

Otro de los colaboradores de Yo Influyo es Guillermo Velasco Arzac, activo en la ultraderecha desde los años 60, como militante del MURO.

Velasco Arzac preside actualmente el grupo ‘Mejor Sociedad, Mejor Gobierno’, membrete que con millonarios financiamientos lanzó en abril pasado una campaña televisiva contra López Obrador, con motivo de la toma de la tribuna legislativa, medida de resistencia popular para impedir la privatización de Pemex.

A pesar de que cuentan con esos poderosos financiamientos, dicho grupo, que maneja la página web www.mejorsociedadmejorgobierno.org.mx, pide “donativos” para difundir su propaganda ultraderechista.

En los 90, Velasco Arzac fue uno de los fundadores de México Unido contra la Delincuencia, grupo que defiende la represión policiaca y el combate a la delincuencia, pero entendida desde una visión empresarial.

No obstante, ahora desde esa página, Velasco Arzac ataca ferozmente a Marcelo Ebrard, alegando que la consulta popular sobre la “reforma energética” es una “maniobra” del GDF para “distraer la atención” sobre el caso de la discoteca News Divine.

Desdeñando la opinión de los sectores populares sobre el destino del petróleo del país, Velasco Arzac señala en un boletín de prensa fechado el 23 de julio y que se difunde en esa página Web: “No necesitamos consultar a los que no dominan el tema, sino que los legisladores estudien la iniciativa de reforma energética, sopesen todo lo dicho en el debate, aprovechen la experiencia internacional, y decidan con carácter, con independencia, sin consignas…”.

El expresidente de Coparmex, el contador público Alberto Núñez Esteva, dirige otro de los grupos ultraderechistas defensores de la privatización, que es Sociedad en Movimiento (www.sociedadenmovimiento.org).

Al igual que otros personajes de ese sector, Núñez Esteva desdeña la opinión popular y ataca constantemente al sindicato de Pemex. Por ejemplo, hace unos días, además de criticar al sindicato petrolero, “pidió a los legisladores no dejarse presionar por las movilizaciones”. (Excélsior, 18 de julio de 2008).

Cabe recordar que en 2006, Sociedad en Movimiento defendió la imposición del PAN en las elecciones y atacó a la izquierda, incluso mediante spots televisivos. En agosto de 2006, Nuñez Esteva alegó que los mensajes que en ese tiempo difundía Sociedad en Movimiento en apoyo a la derecha en el poder “no representan gasto alguno…”, sino que “son gratuitos porque forman parte de los acuerdos con las televisoras, que como ellos, defienden los intereses de los ciudadanos”.

Según Esteva, contrariamente a los spots de Mejor Sociedad, Mejor Gobierno, las manifestaciones de inconformidad popular contra el gobierno panista “no producen, no se comen ni generan riqueza o bienestar (para los empresarios); al contrario, se gasta y se paga, cuya factura recaerá en los más necesitados”.

Desde la Fe

Precisamente contra los más necesitados se ha manifestado una parte de la jerarquía católica al apoyar las iniciativas privatizadoras del gobierno federal, haciendo suya hasta la retórica panista para justificar el expolio de los recursos del país.

Por ejemplo, Desde la Fe, publicación del Arzobispado de México, ha estado adoptando esa posición. En un editorial titulado “La realidad exige soluciones”, publicado el pasado 6 de abril, atacaba directamente a la oposición y hacía propaganda a favor del gobierno de Calderón en lo referente a Pemex.

Leemos: “El gobierno federal comienza a responder a un plan estratégico de gran importancia frente a un tema que ha polarizado las opiniones y no encuentra salida: la reforma energética. Mientras algunos difunden mentiras, confundiendo a la ciudadanía, y otros más se muestran sin definición, jugando al oportunismo político de siempre, el gobierno ha decidido confrontar a todos con la realidad, presentando un diagnóstico sobre la empresa petrolera de México. Ante los datos contundentes, sólo queda una aceptación honesta de lo que es evidente para todos”.

“… La clase política debería dejar de lado las discusiones estériles y anacrónicas y buscar soluciones plurales para beneficio de México (es decir, de los millonarios). Ya es tiempo de que el priísmo deje de lado su oportunismo e indefinición de siempre y busque verdaderamente el bien de la nación. Ya es tiempo de que el perredismo abandone su política autodestructiva y mentirosa… La solución a nuestros problemas nunca se encontrará por el lado de la violencia y el chantaje, sino con la colaboración y el talento de todos, y a partir de la concordia…”.

Como se ha señalado: “Los obispos del episcopado mexicano y la Arquidiócesis Primada de México se han manifestado explícitamente a favor de la privatización de Pemex. Los señores del clero católico repiten con fe supersticiosa los argumentos demagógicos del gobierno de la derecha. Sin informarse debidamente, intervienen en política abiertamente contra la nación” (Con el clero hemos topado en www.fte-energia.org/sdp/bol102.pdf).

En abril pasado, luego de reunirse con Juan Camilo Mouriño, los prelados alegaban que la reforma no implica privatizar Pemex, que “es necesario tener la tecnología para sacar el petróleo de las aguas profundas” y que “las alianzas con otras naciones nos ayudarán”, repitiendo simplemente las consignas gubernamentales.

Tres meses después, y apenas a dos días de la consulta popular sobre la “reforma energética”, los obispos entregaron a la Presidencia y al Congreso un documento de nueve cuartillas, titulado El Petróleo para una vida digna de México, con su postura sobre ese asunto, pidiendo que la iniciativa privada participe en Pemex, según expuso el obispo de Nezahualcóyotl, Carlos Garfias Merlos (Excélsior, 25 de julio de 2008).

“No veo por qué se excluye a la iniciativa privada en algo que es necesario para el bien de la nación”, señaló, a su vez, el obispo auxiliar de México, Abelardo Alvarado.

Dicho pronunciamiento tuvo lugar luego de la reunión que sostuvo con Calderón el presidente de la CEM, Carlos Aguiar Retes, conocido por cierto como simpatizante de la derechista ODCA, encabezada por Manuel Espino.

Al mismo tiempo, los prelados, que suelen inducir a la feligresía a respaldar a la derecha, evitaron apoyar la consulta popular del domingo pasado y consideraron que la feligresía católica debe evaluar de forma responsable si participa en ese ejercicio o no.

“Si se tratara de elecciones, diríamos a todos los católicos vayan a votar, no dejen de votar, pero si se trata de esta consulta en estas circunstancias que cada uno se forme su propio criterio al respecto”.

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¿Qué hacemos con López Obrador?

April 26th, 2008 Posted in privatizaciones No Comments »

Jorge Zepeda Patterson
El Universal
20 de abril de 2008

Ciertamente no es Hitler o Mussolini, pero es sorprendente la capacidad que tiene López Obrador para provocar ronchas a muchos ciudadanos, particularmente entre los sectores conservadores. Una y otra vez reaccionan de tal manera que terminan por vigorizar la figura pública de El Peje.

El spot de televisión transmitido en horario triple A en que se le compara a Victoriano Huerta, Pinochet y similar calaña por haber ordenado tomar el salón de sesiones de la Cámara, es tan desproporcionado y abusivo que ha resultado contraproducente. Para El Peje ha sido oro molido, pues confirma la noción de que existe una suerte de conspiración de odio en su contra. De verdugo del Congreso ha pasado a ser víctima de la derecha todopoderosa.

No coincido con varias decisiones de López Obrador y me parece que su estilo de liderazgo deja mucho que desear. Pero estoy convencido de que AMLO y las causas que representa son absolutamente indispensables para la salud de la República. Cada vez que el tabasqueño habla en contra de las instituciones y convoca a la movilización, una legión de analistas y comentaristas se queja de su irresponsabilidad y primitivismo político. Como si se tratase de una anomalía trasnochada en una sociedad democrática. “Hay problemas pero estos deben resolverse mediante el diálogo”, se dice; “los bloqueos y tomas de instituciones no caben en una sociedad con Estado de Derecho”, se afirma, con la convicción que sólo podría tener un alemán o un sueco.

El problema es que no vivimos en un Estado de Derecho, ni los problemas se resuelven con el diálogo, salvo que usted pertenezca al 20 por ciento de la población de mayores ingresos. Todos los días miles de mexicanos humildes son víctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece más. Háblenle del Estado de Derecho a Lydia Cacho, a las víctimas de Ulises Ruiz en Oaxaca, a los campesinos que suplican a un funcionario que ya vendió su caso. Más que un Estado de Derecho lo que padecemos es “el derecho al Estado” del que gozan algunos sectores privilegiados. ¿Cómo podemos hablar de “someterse al imperio de la ley” cuando los que se enriquecieron con el Fobaproa, el mayor robo en la historia de la Nación, lo hicieron legalmente?

La reforma energética ofrece el mejor ejemplo. Si López Obrador y sus contingentes no hubieran irrumpido con sus sudores y malas maneras (cito a un crítico) la reforma habría sido acordada entre futuros beneficiarios, funcionarios federales y legisladores priistas. Fueron los gritos y sombrerazos, las denuncias fundadas e infundadas de El Peje, lo que obligó a definir esta reforma en un espacio verdaderamente público.

No se si al final de todo esto tendremos una buena reforma, pero estoy convencido de que será mejor de la que podría haberse firmado tras bambalinas. En todo caso habrá de ser más representativa del sentimiento de la comunidad en su conjunto y mucho menos cupular de la que tenían cocinada. ¿Qué no trata de eso la democracia ? Desde luego, los métodos de AMLO no son democráticos, pero son comprensibles si consideramos que los acuerdos “democráticos” son los que tienen que pasar y ser resueltos por Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa a partir de los intereses muy poco democráticos que ellos representan.

Insisto en que los mexicanos tenemos todo el derecho de desconfiar de la apertura al capital privado, habida cuenta de la cantidad de abusos que han generado privatizaciones y concesiones en el pasado. Eso no significa que debamos satanizarlas per se. Podrían ser la única solución para el quebranto energético que se avecina. Pero el Estado mexicano hasta ahora ha sido incapaz de impedir los excesos y abusos de los grupos privilegiados cada vez que ha abierto al mercado ámbitos de la esfera pública. No es posible encarar la apertura de Pemex sin antes agotar la discusión de las maneras en que habremos de asegurarnos de que no se multipliquen los Carlos Slim o Roberto Hernández, o peor aún, los Bribiescas. Que tome 50 días o 100 ventilar estos asuntos es irrelevante si consideramos lo mucho que está en juego.

Es desagradable ver a los perredistas convertir la tribuna máxima en un tianguis. Pero, bien mirado, es un costo menor si ello obligó a examinar con atención el futuro del petróleo, nada más y nada menos que el mayor patrimonio de este país.

Hay un linchamiento mediático de López Obrador que muchos están “comprando”. Algunos se preguntan qué hacer con esta piedra en el zapato que constituye su movimiento. Yo diría que pese a su retórica y su populismo, López Obrador es imprescindible. No empareja el marcador pero impide la goliza. Lo peor que podemos hacer es pretender que la inconformidad social no existe. ¿Nos parecen de mal gusto sus expresiones? ¿Y de que gusto son las inequidades e injusticias que padece la mitad más pobre del país? ¿Qué creíamos, que iban a votar cada seis años y sentarse a esperar a que llegue un empleo, un abogado honesto o un programa de gobierno?

López Obrador no representa a los verdaderos pobres del país, se dice con frecuencia. Quizá. Pero canaliza la irritación que entre muchos mexicanos genera esa pobreza. Su desconfianza hacia la apertura al capital privado es la desconfianza de muchos. Antes de lincharlo y repudiar sus métodos habría que escuchar lo que nos está tratando de decir esa república olvidada que intenta hacerse presente.

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¿Qué hacemos con López Obrador?

April 26th, 2008 Posted in privatizaciones No Comments »

Jorge Zepeda Patterson
El Universal
20 de abril de 2008

Ciertamente no es Hitler o Mussolini, pero es sorprendente la capacidad que tiene López Obrador para provocar ronchas a muchos ciudadanos, particularmente entre los sectores conservadores. Una y otra vez reaccionan de tal manera que terminan por vigorizar la figura pública de El Peje.

El spot de televisión transmitido en horario triple A en que se le compara a Victoriano Huerta, Pinochet y similar calaña por haber ordenado tomar el salón de sesiones de la Cámara, es tan desproporcionado y abusivo que ha resultado contraproducente. Para El Peje ha sido oro molido, pues confirma la noción de que existe una suerte de conspiración de odio en su contra. De verdugo del Congreso ha pasado a ser víctima de la derecha todopoderosa.

No coincido con varias decisiones de López Obrador y me parece que su estilo de liderazgo deja mucho que desear. Pero estoy convencido de que AMLO y las causas que representa son absolutamente indispensables para la salud de la República. Cada vez que el tabasqueño habla en contra de las instituciones y convoca a la movilización, una legión de analistas y comentaristas se queja de su irresponsabilidad y primitivismo político. Como si se tratase de una anomalía trasnochada en una sociedad democrática. “Hay problemas pero estos deben resolverse mediante el diálogo”, se dice; “los bloqueos y tomas de instituciones no caben en una sociedad con Estado de Derecho”, se afirma, con la convicción que sólo podría tener un alemán o un sueco.

El problema es que no vivimos en un Estado de Derecho, ni los problemas se resuelven con el diálogo, salvo que usted pertenezca al 20 por ciento de la población de mayores ingresos. Todos los días miles de mexicanos humildes son víctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece más. Háblenle del Estado de Derecho a Lydia Cacho, a las víctimas de Ulises Ruiz en Oaxaca, a los campesinos que suplican a un funcionario que ya vendió su caso. Más que un Estado de Derecho lo que padecemos es “el derecho al Estado” del que gozan algunos sectores privilegiados. ¿Cómo podemos hablar de “someterse al imperio de la ley” cuando los que se enriquecieron con el Fobaproa, el mayor robo en la historia de la Nación, lo hicieron legalmente?

La reforma energética ofrece el mejor ejemplo. Si López Obrador y sus contingentes no hubieran irrumpido con sus sudores y malas maneras (cito a un crítico) la reforma habría sido acordada entre futuros beneficiarios, funcionarios federales y legisladores priistas. Fueron los gritos y sombrerazos, las denuncias fundadas e infundadas de El Peje, lo que obligó a definir esta reforma en un espacio verdaderamente público.

No se si al final de todo esto tendremos una buena reforma, pero estoy convencido de que será mejor de la que podría haberse firmado tras bambalinas. En todo caso habrá de ser más representativa del sentimiento de la comunidad en su conjunto y mucho menos cupular de la que tenían cocinada. ¿Qué no trata de eso la democracia ? Desde luego, los métodos de AMLO no son democráticos, pero son comprensibles si consideramos que los acuerdos “democráticos” son los que tienen que pasar y ser resueltos por Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa a partir de los intereses muy poco democráticos que ellos representan.

Insisto en que los mexicanos tenemos todo el derecho de desconfiar de la apertura al capital privado, habida cuenta de la cantidad de abusos que han generado privatizaciones y concesiones en el pasado. Eso no significa que debamos satanizarlas per se. Podrían ser la única solución para el quebranto energético que se avecina. Pero el Estado mexicano hasta ahora ha sido incapaz de impedir los excesos y abusos de los grupos privilegiados cada vez que ha abierto al mercado ámbitos de la esfera pública. No es posible encarar la apertura de Pemex sin antes agotar la discusión de las maneras en que habremos de asegurarnos de que no se multipliquen los Carlos Slim o Roberto Hernández, o peor aún, los Bribiescas. Que tome 50 días o 100 ventilar estos asuntos es irrelevante si consideramos lo mucho que está en juego.

Es desagradable ver a los perredistas convertir la tribuna máxima en un tianguis. Pero, bien mirado, es un costo menor si ello obligó a examinar con atención el futuro del petróleo, nada más y nada menos que el mayor patrimonio de este país.

Hay un linchamiento mediático de López Obrador que muchos están “comprando”. Algunos se preguntan qué hacer con esta piedra en el zapato que constituye su movimiento. Yo diría que pese a su retórica y su populismo, López Obrador es imprescindible. No empareja el marcador pero impide la goliza. Lo peor que podemos hacer es pretender que la inconformidad social no existe. ¿Nos parecen de mal gusto sus expresiones? ¿Y de que gusto son las inequidades e injusticias que padece la mitad más pobre del país? ¿Qué creíamos, que iban a votar cada seis años y sentarse a esperar a que llegue un empleo, un abogado honesto o un programa de gobierno?

López Obrador no representa a los verdaderos pobres del país, se dice con frecuencia. Quizá. Pero canaliza la irritación que entre muchos mexicanos genera esa pobreza. Su desconfianza hacia la apertura al capital privado es la desconfianza de muchos. Antes de lincharlo y repudiar sus métodos habría que escuchar lo que nos está tratando de decir esa república olvidada que intenta hacerse presente.

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Crisis, reforma y debate

April 23rd, 2008 Posted in Felipe Calderon, PRI, privatizaciones No Comments »

Alberto Aziz Nassif*
El Universal
15 de abril de 2008

Estalló la crisis y otra vez el país se ha polarizado, los duros de todas partes ganan terreno y el espacio para los moderados se reduce. El mejor indicador de la crisis es un sistema político que se mira en blanco y negro. Muy lejos estamos de una clase política como la que necesita el país, con visión de Estado; de televisoras que informen y no se dediquen a editar a su conveniencia la información.

Las crisis se detonan en un instante, con una acción, pero son largamente preparadas; estallan en un momento y llenan el espacio público con las expresiones más estridentes, pero a veces no expresan el trasfondo de lo que está en juego. Se rompen las formas, se estruja a las instituciones y se necesita poner atención e inteligencia para no llegar a puntos sin retorno, para salir de los callejones sin salida.

Es cierto que el Frente Amplio Progresista tiró el tablero y el movimiento social inundó otra vez las calles del centro de la capital; es cierto que molesta que algunos legisladores se pongan las dos cachuchas; es cierto que no se puede usar la fuerza para obtener los resultados que se quieren y, sobre todo, que no se puede “cancelar” la tribuna de un parlamento por estar en desacuerdo, y menos cuando se forma parte de la institución.

Pero, al mismo tiempo, no es menos cierto que el gobierno no ha tenido ninguna sensibilidad, que usó una estrategia equivocada, que quiso jugar con los tiempos y las formas, y que presentó una iniciativa de reforma privatizadora (“un atraco a la Constitución”, dijo Cuauhtémoc Cárdenas), pero que al final le salió el tiro por la culata. Un gobierno al que le descubren a su principal operador político, Mouriño, con los dedos en la puerta en un probado conflicto de intereses en la materia petrolera, y simplemente voltea la cara como si no pasara nada, no tiene ninguna autoridad moral para asegurar que su reforma nos va a salvar del desastre.

¿Era necesario llegar hasta donde llegamos para que una iniciativa de reforma se pudiera discutir y que la clase política asumiera posiciones de Estado? Es evidente que Pemex necesita un cambio de fondo, que las cosas no se pueden dejar igual, pero lo que está en disputa son las salidas, las soluciones y el tipo de reforma que sigue. La parálisis no le beneficia al país.

Ya existe una larga cadena de experiencias en las que nos han vendido el paraíso privatizador y el resultado ha sido un fiasco: la privatización de los bancos que cobran comisiones muy por encima de nuestros socios comerciales; la telefonía que concentró una enorme riqueza en poco tiempo a costa, entre otras cosas, de servicios muy costosos; las carreteras que se concesionan, luego quiebran y se rescatan, y de nuevo se regresan a la iniciativa privada; hasta en la venta de Aeroméxico quedó en cuestión la transparencia con la que se decidió al comprador. Un capitalismo “de compadres”. El momento actual condensa históricamente una parte importante de lo que han sido las experiencias negativas de las privatizaciones, aunque ahora no se diga el nombre.

Una iniciativa como la que presentó Calderón muestra un traje a la medida, es decir, al gusto del PRI, factor definitivo para sacar adelante ese proyecto. Un diagnóstico que no habla de corrupción es un diagnóstico incompleto; una iniciativa que todo lo resuelve con flexibilizar y meter capital privado es un proyecto que privatiza sin decirlo. El balance y la responsabilidad de lo que se ha hecho con Pemex en las últimas décadas lo tiene que asumir el PAN, por lo menos desde el año 2000, y el PRI antes de esa fecha. Pero nadie se hace cargo del supuesto desastre en el que se encuentra la principal empresa del país.

¿Por qué en ningún lado se habla de la corrupción sindical? ¿Por qué no se menciona una sola palabra de las vinculaciones de tráfico de influencias entre una parte del panismo gobernante y el contratismo con Pemex? ¿Quién va a garantizar que las fugas, robos, abusos, tráfico de influencias que se hacen sobre la empresa dejen de hacerse?

No es creíble que el gobierno de Calderón pueda hacer frente a estos requerimientos tan indispensables, que forman parte del saneamiento de la empresa. No es creíble porque a la primera oportunidad lo que hizo fue proteger a Mouriño. No es creíble porque para la mayoría, 52%, se trata de una reforma privatizadora (Milenio, 14/IV/08). Por ninguna parte se ha visto a un Estado con capacidad de regular a los intereses y menos ahora. Con el panismo ha llegado una clase política más depredadora, para la que el cinismo es la regla, sus principales aliados son los intereses económicos privados sin control y el corrupto corporativismo sindical.

En México el sistema económico que creó la Revolución generó un capitalismo de compadres y amigos, y la frágil democracia no ha hecho sino profundizar el vínculo entre los intereses económicos y los bienes públicos. El petróleo es el último bastión que le queda al país, en eso tienen razón los que lo defienden en la calle, y resulta un bien con enormes contenidos simbólicos. Se llega a decir que “si nuestros abuelos ya pagaron con sus joyas y gallinas a las compañías en 1938”, ahora no se va a regresar el petróleo a compañías privadas. Es inaceptable una reforma privatizadora en Pemex.

Si estamos frente a un problema que puede definir el rumbo de esta empresa, bien vale la pena hacer un debate en serio, sin prisa, en donde se pueda involucrar la sociedad. En estos momentos de crisis es cuando más se extraña a los moderados de todos lados, cuando el debate que se necesita se vuelve más urgente. Los ciudadanos tenemos derecho a este debate. Una vez más el sistema político está a prueba; otra vez, como hace dos años, los principales actores de esta polarización velan armas, pero el país espera el regreso del diálogo y la negociación. Veremos…

* Investigador del CIESAS.

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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¿Quién secuestró al Congreso?

April 20th, 2008 Posted in Congreso, Felipe Calderon, izquierda, PRI, privatizaciones No Comments »

Ricardo Monreal Ávila*
Milenio
16 de abril de 2008

Al fijar en 50 días el plazo para debatir la reforma energética e iniciar inmediatamente el proceso de dictamen y votación de la misma, la Junta de Coordinación Política del Senado demerita voluntaria o involuntariamente la importancia de una de las reformas más importantes de las últimas décadas.

¿Por qué a la reforma del Estado se le asignaron 365 días de consulta, confección y diseño de la iniciativa correspondiente, además de una ley especial, un presupuesto ad hoc y un órgano de gobierno; mientras que a la reforma Energética sólo se le asigna 14% del tiempo de la primera? ¿Es acaso 86% más importante la reforma del Estado que la reforma petrolera?

La reforma de Seguridad y Justicia ingresó al Legislativo el 9 de marzo de 2007 y un año después aún sigue su curso de aprobación constitucional. ¿La reforma de Pemex tiene acaso una sexta parte del peso, importancia y trascendencia del combate al crimen organizado?

La preparación, cocción y condimento de la reforma Electoral constitucional, la de mayor consenso en la presente legislatura (¿será porque la presentó el Legislativo y no el Ejecutivo?) llevó más de seis meses. ¿Es que salvar a Pemex de la quiebra es tres veces menos importante que restaurar la credibilidad electoral?

En cambio, las reformas que han salido fast track en esta legislatura, con un periodo cercano o menor a los 50 días ofertados al FAP, se han traducido en verdaderos atracos a la ciudadanía, a grado tal que han generado los amparos más numerosos o las protestas callejeras más estruendosas de los últimos años. Me refiero a la reforma fiscal del IETU y a la reforma de pensiones del ISSSTE. La primera consumió 35 días y la segunda mantiene el récord de 14 días.

El manejo de los tiempos en esta legislatura no es, entonces, un dato menor y tiene claras repercusiones extraparlamentarias: a menor tiempo de debate y consulta, mayor agravio a sectores amplios de la población. Por ello, los 50 días para la reforma energética están más cerca de la arbitrariedad que del consenso. Son más una señal ominosa que un gesto generoso.

Los cuatro meses de debate y consulta propuestos por el FAP (mayo-agosto, el período de receso) se acercan a la media aritmética y política con que ha trabajado esta legislatura. Se ubica razonablemente entre los generosísimos 365 días de la reforma del Estado concedidos por el PAN al PRI y los implacables 14 días de las reformas del ISSSTE con que el gobierno en calidad de patrón despojó de los derechos históricos de pensión a sus propios trabajadores.

La propuesta del FAP es también políticamente razonable: no se ubica en las calendas griegas de la eternidad, pero tampoco se somete a los espolones y apremios de Los Pinos, que tiene prisa por acreditarse como un “gobierno reformador”, sin importar la calidad ni los alcances de lo aprobado.

En suma, constreñir a 50 días la reforma que puede marcar el destino económico del país en los próximos 50 años es expropiar a la ciudadanía la oportunidad de intervenir en esta decisión y es secuestrar el proceso legislativo.

A propósito de secuestros, es importante precisar la naturaleza del recurso de protesta parlamentaria utilizado por el FAP al tomar la tribuna de ambas cámaras legislativas. La tribuna del Congreso de la Unión no es el Congreso de la Unión. Por lo tanto, tomar la tribuna no es secuestrar el Poder Legislativo. Si algún secuestro padece la actual legislatura es por otros actores y factores muy distintos al FAP.

En efecto, la institución del Congreso está secuestrada. ¿Por quién? Es rehén de una consigna del Ejecutivo: “Reformas a cualquier costo y al precio que sea”. Está esposada a un apremio: sacar el mayor número de iniciativas en el menor tiempo posible. Está vendada con el viejo dogma del partido de Estado: perder el debate, ganar la votación. Es prisionera de una “mayoría” prefabricada, excluyente y simuladora, el PRIANAL (suma de PRI, PAN y Panal).

El Congreso está secuestrado por una mayoría ficticia: lo que ella acuerda no se corresponde con lo que piensa y expresa una sociedad dividida y desigual. Por su forma de operar, también es una mayoría facciosa: hace como que dialoga, pero no escucha; hace como que consulta a la sociedad, pero no acepta el referéndum de sus frutos legislativos ni el plebiscito de sus decisiones de gobierno; hace como que representa a la ciudadanía, pero termina imponiéndole sus particulares intereses.

De este secuestro real que padece el Congreso por parte de los poderes fácticos, nadie habla. En cambio, de la toma de tribuna para protestar precisamente por esa condición de plagio estructural y funcional, todos quieren ser ahora rescatistas y socorristas.

* Senador de la República por el Partido de la Revolución Democrática.

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Ricardo Monreal Ávila*
Milenio
16 de abril de 2008

Al fijar en 50 días el plazo para debatir la reforma energética e iniciar inmediatamente el proceso de dictamen y votación de la misma, la Junta de Coordinación Política del Senado demerita voluntaria o involuntariamente la importancia de una de las reformas más importantes de las últimas décadas.

¿Por qué a la reforma del Estado se le asignaron 365 días de consulta, confección y diseño de la iniciativa correspondiente, además de una ley especial, un presupuesto ad hoc y un órgano de gobierno; mientras que a la reforma Energética sólo se le asigna 14% del tiempo de la primera? ¿Es acaso 86% más importante la reforma del Estado que la reforma petrolera?

La reforma de Seguridad y Justicia ingresó al Legislativo el 9 de marzo de 2007 y un año después aún sigue su curso de aprobación constitucional. ¿La reforma de Pemex tiene acaso una sexta parte del peso, importancia y trascendencia del combate al crimen organizado?

La preparación, cocción y condimento de la reforma Electoral constitucional, la de mayor consenso en la presente legislatura (¿será porque la presentó el Legislativo y no el Ejecutivo?) llevó más de seis meses. ¿Es que salvar a Pemex de la quiebra es tres veces menos importante que restaurar la credibilidad electoral?

En cambio, las reformas que han salido fast track en esta legislatura, con un periodo cercano o menor a los 50 días ofertados al FAP, se han traducido en verdaderos atracos a la ciudadanía, a grado tal que han generado los amparos más numerosos o las protestas callejeras más estruendosas de los últimos años. Me refiero a la reforma fiscal del IETU y a la reforma de pensiones del ISSSTE. La primera consumió 35 días y la segunda mantiene el récord de 14 días.

El manejo de los tiempos en esta legislatura no es, entonces, un dato menor y tiene claras repercusiones extraparlamentarias: a menor tiempo de debate y consulta, mayor agravio a sectores amplios de la población. Por ello, los 50 días para la reforma energética están más cerca de la arbitrariedad que del consenso. Son más una señal ominosa que un gesto generoso.

Los cuatro meses de debate y consulta propuestos por el FAP (mayo-agosto, el período de receso) se acercan a la media aritmética y política con que ha trabajado esta legislatura. Se ubica razonablemente entre los generosísimos 365 días de la reforma del Estado concedidos por el PAN al PRI y los implacables 14 días de las reformas del ISSSTE con que el gobierno en calidad de patrón despojó de los derechos históricos de pensión a sus propios trabajadores.

La propuesta del FAP es también políticamente razonable: no se ubica en las calendas griegas de la eternidad, pero tampoco se somete a los espolones y apremios de Los Pinos, que tiene prisa por acreditarse como un “gobierno reformador”, sin importar la calidad ni los alcances de lo aprobado.

En suma, constreñir a 50 días la reforma que puede marcar el destino económico del país en los próximos 50 años es expropiar a la ciudadanía la oportunidad de intervenir en esta decisión y es secuestrar el proceso legislativo.

A propósito de secuestros, es importante precisar la naturaleza del recurso de protesta parlamentaria utilizado por el FAP al tomar la tribuna de ambas cámaras legislativas. La tribuna del Congreso de la Unión no es el Congreso de la Unión. Por lo tanto, tomar la tribuna no es secuestrar el Poder Legislativo. Si algún secuestro padece la actual legislatura es por otros actores y factores muy distintos al FAP.

En efecto, la institución del Congreso está secuestrada. ¿Por quién? Es rehén de una consigna del Ejecutivo: “Reformas a cualquier costo y al precio que sea”. Está esposada a un apremio: sacar el mayor número de iniciativas en el menor tiempo posible. Está vendada con el viejo dogma del partido de Estado: perder el debate, ganar la votación. Es prisionera de una “mayoría” prefabricada, excluyente y simuladora, el PRIANAL (suma de PRI, PAN y Panal).

El Congreso está secuestrado por una mayoría ficticia: lo que ella acuerda no se corresponde con lo que piensa y expresa una sociedad dividida y desigual. Por su forma de operar, también es una mayoría facciosa: hace como que dialoga, pero no escucha; hace como que consulta a la sociedad, pero no acepta el referéndum de sus frutos legislativos ni el plebiscito de sus decisiones de gobierno; hace como que representa a la ciudadanía, pero termina imponiéndole sus particulares intereses.

De este secuestro real que padece el Congreso por parte de los poderes fácticos, nadie habla. En cambio, de la toma de tribuna para protestar precisamente por esa condición de plagio estructural y funcional, todos quieren ser ahora rescatistas y socorristas.

* Senador de la República por el Partido de la Revolución Democrática.

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